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Dependencia emocional – Por José Juan Rivero

   

Releyendo los diferentes modelos sobre el bienestar y la felicidad al uso, parece que existen diferentes aspectos que debemos de potenciar en nosotros, y que están relacionados con el incremento de nuestra felicidad. Hoy nos vamos a centrar en la importancia de la autonomía personal: el ser más independientes, ser capaces de soportar las presiones sociales, el poseer cierta convicción personal y cierto grado de autenticidad, etcétera. Todo esto hace que nuestro nivel de bienestar sea mayor que el de aquellas personas que por el contrario son más dependientes emocionalmente, supeditando así su felicidad a la de otros, sean quienes sean. La dependencia emocional es un problema que está muy relacionado con el modo en el que una persona se relaciona con su entorno más cercano; y no solo con su pareja como pudiera parecer, sino con amigos y familiares.

Estar con otra persona, entender que queremos a alguien de una manera muy intensa, que la necesitamos, no está mal. Pero cuando esa sensación, esa emoción nos absorbe y nos sentimos perdidos, cuando sentimos o pensamos que no podemos hacer nada sin esa persona… entonces comenzamos a depender en exceso y nos diluimos en esa persona, perdiendo nuestra autenticidad y nuestra propia personalidad, y eso afecta negativamente a nuestra felicidad y nuestro desarrollo personal. Efectivamente amigos, el depender emocionalmente de alguien va a hacer que nuestras relaciones sean más conflictivas y de carácter adictivo. Además parece que esto suele sucederle con más frecuencia a aquellos que se relacionan en un entorno familiar más problemático, lo que genera en la persona, carencias y necesidades de afecto, y es este contexto el que les lleva a establecer este tipo de relaciones, ya que viven en una inseguridad extrema. En esta misma línea, podemos observar que una de las características más claras de la dependencia emocional es la rapidez con que estas personas se unen a otras, involucrándose de forma muy intensa y en poco tiempo con cualquiera que le manifieste cercanía, afectividad positiva, e incluso cierto grado de preocupación. En muchas ocasiones llegan a malinterpretar las relaciones, convirtiéndolas en verdaderas fluctuaciones emocionales. Al mismo tiempo tienen una tendencia a idealizar al otro hasta el punto de generar una imagen irreal que responde a sus inseguridades y necesidades. Por ello, es importante en cada momento de nuestra vida fomentar la autonomía personal de las personas con las que nos relacionamos, generando, en nosotros y en las personas de nuestro entorno, la capacidad de potenciarse autónomamente. Esto, seguro, les hará más felices.

*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVO
@jriveroperez