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Los que saben – Por José David Santos

   

“El invitado sin llegar/ ay, y la mesa puesta”; en Canarias seguimos siempre esperando al enigmático invitado de Emeterio Gutiérrez Albelo, ese hombre que ideo párrafos sublimes de surrealismo y que luego abrazó la fe de la religión para, quizás, salvar, ahí es nada, la vida y la de los suyos. Porque la libertad de pensamiento, de ideas, sexual o religiosa sigue siendo algo por lo que luchar en una sociedad, la de está ínsulas de Barataria, que se supone avanzada. Al poeta icodense dicen que se le apareció Cristo y eso lo convirtió; algunos afirman que ese viaje místico era real y no formaba parte de una escapatoria o un dejar atrás su pasado en medio del odio y las venganzas de pueblo chico tras una guerra fraticida. Me gustaría pensar que fue así, pero la ingenuidad en este tipo de asuntos no suele ser la posición más certera para dar con un retazo de la verdad. Por eso me es imposible ser ingenuo ante ciertas posturas, no ya de administraciones, partidos políticos, patronales, sindicatos, etcétera, sino también ante las iniciativas altruistas de ciertas organizaciones y personas. Cuando uno rasca un poco lo que encuentra es mucha vanidad y oposición o desprecio hacia lo que cree u opina el resto del universo respecto a su criterio. Y para ello se valen de mentiras, argumentaciones sesgadas y palabrería (incluso con fondo de razón) para defender su mundo, su idea, su postura, su proyecto. Y en ese “su” residen los miedos que tuvo Gutiérrez Albelo cuando renegó de los “doce canes famélicos” para después adorarlos, porque seguramente él sí que no creía en un único punto de vista y menos en aquel que imperó a partir de 1936, fecha en el que se publicó su famoso y citado poemario surrealista. Estamos rodeados de maximalismos. Está “mi” opinión, la creencia del partido, la postura del gobierno, la reivindicación de un asociación y en muchas de ellas anida la estúpida idea de exclusión de otra opinión, otra creencia, otra postura o una reivindicación mejor. Además, si no hay consenso alrededor de ese posicionamiento no tendemos al diálogo, no; vamos por la senda de poner trabas y, sobre todo, generar más conflictos. Uno se harta de reyes y reyezuelos que a base de ruido y furia e, incluso, de sangre y llanto, nos quieren imponer su puñetera idea de que lo que es mejor, peor, bueno o malo mana solo de sus privilegiadas cabezas.

@DavidSantos74