X
En la carrera>

Vacagostos – Por Domingo J. Jorge

   

Como decía Zenón, vaya palabro. Por cierto, Zenón era un fotógrafo lagunero, sabio de la imagen y estudiar a la gente. Pero más de un lector, de esos pocos que me leen, se preguntará para qué el vacagostos y qué necesidad la de vincular a Zenón con el titular del comentario. Muy sencillo, Zenón aseguraba que en agosto La Laguna cuenta con dos suertes, la de hacer las vacaciones fuera de ella o dentro de la ciudad y sus alrededores, y que, en fin, eso son las vacagostos. Vamos que aquí estar de vacaciones y contar con la fortuna de liberarse un poco de los problemas cotidianos, que hay muchos, puede estar cerca de la mano de todos. Desde el rico hasta el menos rico, y aquel que no sabe cómo llegar al último día de mes. Para todos hay un lugar en la playa o en el monte donde tirarse a mirar los ratos de color azul que nos da el cielo. De correr detrás de los críos y dejar brotar unas risas. Lo bueno que tiene agosto es eso, ser un mes y no pertenecer a nadie, sino como el resto de los once meses, dar la libertad a cualquiera de poder disfrutarlo. Dicho todo lo anterior, y tomando otra gran frase sabia de Zenón: Vamos a ir calle Carrera arriba y abajo, y a saludar a conocidos y extraños. En esta ocasión muchos, porque La Laguna está de bote en bote, a pesar de ser eso, agosto. La Punta y Bajamar, cosa habitual, hay que dedicar los 15 o 20 minutitos para encontrar el rinconcito en el que pasar el rato con los de uno. Si te das un salto a Las Mercedes, con la idea de pegarte una mañanita de monte, más de lo mismo, se sigue usando el habitual de estirar el mantel sobre la pinocha y a comerse el trocito queso, acompañado, eso sí, del vasito de vino tinto, o de Fanta, a gusto del consumidor. Oiga, no lo olvide, agosto es de todos. Y cada uno, siguiendo sus posibilidades, debe emplear las vacagostos para desconectar, o conectar más con los suyos, como dice mi buen amigo, y mejor psicólogo, José Juan Rivero, y aprovechar estos días en lo que no se suele, es decir, divertirse. Ah, y recuerden que viene San Roque, a subirlo con el chiquillo a la espalda.