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Alcaldía de Madrid – Por Cristina Molina

   

Ana Botella ha sido la primera en anunciar que no se presentará a las próximas elecciones municipales. Se queja la alcaldesa de que “el fuego amigo” acabó por colmar su paciencia. Reconozco que solo por esta frase le recordaré simpática. Esta señora llegó a la alcaldía de Madrid sin pasar por unas elecciones sino en sustitución de Alberto Ruiz-Gallardón cuando éste dejó la alcaldía para dedicarse al Ministerio de Justicia. Así que hasta poca cosa ha sido ese fuego amigo. Ya conoce usted el exasperante control de los tiempos que maneja Mariano Rajoy, de modo que hasta enero o marzo no se conocerá quién liderará la candidatura. Como Ignacio González no aparece en las quinielas, todo indica que será una mujer, a saber, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes o Soraya Sáenz de Santamaría. Los resentidos sociales y políticos (a partir de ahora, Podemos) se creen que son el paradigma de la democracia. Existe un sentimiento colectivo de esperanza en estos resentidos. Por desagracia habrá que esperar a que profanen ayuntamientos y parlamentos, el canario sin ir más lejos, con sus planteamientos tan ruidosos como vacíos para que los engatusados se den cuenta del tipo de política que este grupo hace. Con la noticia de Ana Botella, el número dos de los resentidos españoles ya se ve alcalde de Madrid. Monedero ha olvidado absolutamente que son los que abanderan que hay que elegirlo todo y votarlo todo. Lo que piensen los círculos es secundario, él ya se ve alcalde y no quiere pactar con IU porque le restaría protagonismo, él dice votos. Después están los que permanecen desacompasados a pesar de estar sonando una melodía que les beneficia en parte. La lideresa Rosa Díez desautorizó tajantemente al eurodiputado Wagner cuando propuso que UPyD pactara con Ciutadans. La militancia de UPyD acogió la idea mil veces mejor que su presidenta. Albert Rivera le ha tendido la mano y espera poder verse esta semana en Madrid.

@cristination_