Madrid es hoy noticia por ser la primera ciudad europea del primer paÃs europeo en confirmar oficialmente un caso de ébola. Algunos pedÃan ayer que no se pescara en rÃo revuelto con la tragedia de la enfermera aquejada de esta gravÃsima enfermedad, apelando a que no se debe hacer polÃtica con las tragedias personales. Con todo respeto, váyanse al carajo. Nos dijeron que no habÃa peligro. Nos dijeron una y otra vez que esta enfermedad sólo se transmite a través de fluidos corporales. Nos mostraron imágenes impactantes de gente en trajes espaciales -los NBQ- atendiendo a los pacientes enfermos repatriados a España. Nos aseguraron que habÃa centros perfectamente preparados para atender esta enfermedad con todas las garantÃas. Nos dijeron solemnemente una y otra vez que no habÃa peligro de contagio. Se equivocaron y nos engañaron. Ahora, de nuevo, nos vuelven a decir que no cunda la alarma. Que se han activado todos los mecanismos de prevención. Que estemos tranquilos. Nos informaban ayer que se están buscando las causas del contagio y que seguramente se trata de un fallo humano (¿qué otro tipo de fallo podrÃa ser?, ¿de un animal?) . La enfermera infectada llevaba un par de semanas de vacaciones. Para quienes no tenemos más conocimientos médicos que los de un profano, imaginarnos las posibilidades de contagio de ese virus mortal en el entorno de la vida cotidiana de una persona resulta escalofriante. Si se ha producido la transmisión en un centro hospitalario dotado de todos los protocolos de seguridad, ¿qué no puede haber ocurrido en la calle? Es terrible que haya una persona infectada, al parecer desde hace cinco dÃas. Terrible para ella, sobre todo. Y para todos los demás. Ahora nos dicen que estemos tranquilos, que el peor virus es el miedo. Yo no tengo miedo. Estoy muy cabreado.