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El más que oscuro TTIP – Por Claudio Andrada

   

El Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE (TTIP), que podría firmarse en breve y aplicarse en un tiempo prudencial, viene cargado de un aluvión de neoliberalismo de la peor calaña. O eso es al menos lo que se saca en conclusión al leer a algunos expertos y economistas que hablar de los supuestos “beneficios” que traería la aplicación de este tratado, que con la muletilla de que podremos exportar a Estados Unidos nuestros productos sin tener que pagar el 20% que se abona en la actualidad y que se trata de un mercado de más de 250 millones de personas, etcétera y etcétera. Pero detrás, en la letra no ya pequeña, sino invisible (los documentos relacionados con las negociaciones estarán cerrados al público durante al menos 30 años), las consecuencias de lo que se pretende firmar y aplicar pueden ser devastadoras para el comercio local, pues como ya habrán adivinado, las producciones norteamericanas invadirán nuestros mercados tradicionales y desaparecerán para siempre. Unos productos que llenarán las estanterías de nuevos supermercados de marcas estadounidenses, que, por cierto, son tan permisivas con la elaboración de esos productos (algunos modificados genéticamente) que conllevaría la modificación de las reglas sanitarias y de calidad de la UE (ese sellito que garantiza que cumplen con la normativa). De hecho, el negociador europeo aseguraba públicamente que tendrían que modificarse una buena parte de la normativa, y que incluso el proceso es una excepción de la regla 1049/2001, que establece que todos los documentos de las instituciones europeas han de ser públicos. Este no lo es ni lo será durante 30 años. ¿Si es tan bueno el acuerdo comercial entre EEUU y la UE, por qué no se hace público? Creo que hemos aprendido mucho de las cosas que no se ven, e incluso de las que se ven y aún así nos engañan. Pero las consecuencias van mucho más allá. Y pongo ejemplos. Una vez firmado el tratado de libre comercio con EEUU, todos los gobiernos tendrán que adaptar sus normativas nacionales a los nuevos acuerdos internacionales (casi como una supraconstitución) y eso lleva aparejado que el 70% de toda la comida vendida en Estados Unidos, que está demostrado contiene ingredientes modificados genéticamente, algo impensable actualmente en la Unión Europea, pasen a formar parte de nuestra alimentación, así, de un plumazo. En cosmética, por citar uno más, en la UE hay 1.200 sustancias prohibidas, mientras que en Estados Unidos no llegan ni a la docena. Y así en muchos otros productos, sobre todo los que desplazarán por su precio a los de las empresas locales. Habrá que estar vigilantes y reclamar un derecho básico: saber qué demonios negocian en nuestro nombre, jugando, además, con nuestras leyes y nuestra salud. Si llegaran los extraterrestres, les juro que me daría menos miedo.

claudioandrada1959@gmail.com