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La última>

Entre fantasmas – por Jorge Bethencourt

   

Bajo la musical techumbre de Teobaldo Power, sede de los sesenta legisladores canarios, vagan dolientes las sombras de aquellos que fueron. Cuentan que algunas noches, entre los crujidos de las maderas, se escuchan los susurros de voces que discuten de viejas leyes y decretos ectoplasmáticos. Es cosa sabida que noviembre es un mes que invoca a los difuntos. Que el eterno Tenorio resucita de entre el cementerio de los libros para buscar desesperadamente a su amada doña Inés antes de agotar el último grano del reloj de su breve vida. Pero nadie se esperaba que una consejera de Cultura del Gobierno de Canarias confesara, en alta voz, que es capaz de hablar con un muerto. Eso justamente es lo que dijo ayer la otra doña Inés, Rojas, en el Parlamento de Canarias. Que ella está “en contacto” con don Gregorio Chil y Naranjo para arreglar unos asuntos del Museo Canario. Normal, si no fuera porque el bueno de don Gregorio está muerto y enterrado desde 1901. Y como quiera que todo el mundo sabe que doña Inés no es una médium, hay que interpretar que la señora consejera se metió uno de esos antológicos patinazos que podrían ganar el oro en cualquier olimpiada de invierno. No es que se le fuera el santo al cielo, es que se le marchó todo el santoral. Aterrizado el espectral gambazo en un lugar de tanto fantasma como el Parlamento ectoplasmático de Canarias, sobra decir que el personal se partió de la risa. Las redes sociales sacaron el hacha para hacer rápida y jugosa leña del árbol caído de una responsable canaria de Cultura tan poco culta. Queda para la intrascendencia, naturalmente, que la gran mayoría de los diputados escuchó a la consejera sin enterarse de que invocaba a un difunto. Incluso, los que luego tanto rieron tampoco lo conocían.