X
nota bene >

Inteligencia y política – Por Fran Domínguez

   

En política actuar con inteligencia es (casi) siempre sinónimo de éxito. Y cuando hablo de inteligencia no me refiero a esa acción bizarra de mantenerse en sus trece como principio y argumentario. Los grandes estadistas se comportan (o deben hacerlo) como grandes maestros de ajedrez, prevén la jugada y sus consecuencias con antelación e incluso plantean alternativas si el movimiento efectuado no logra su objetivo primigenio. Desde luego ni Rajoy ni Mas

-tanto monta, monta tanto- forman parte de este selecto grupo de cabezas pensantes, preocupadas del efecto final de sus acciones. Más (aquí con tilde) se parecen a los que siguen los parámetros de la frase del genial Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”; que a los que se engloban dentro de la tipología de la que habla el siempre recurrente Winston Churchill en una de sus sentencias: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Uno, Mariano Rajoy, se ha asentando en el inmovilismo y en su confianza ciega en que los mecanismos legales bastan, sin destilar ningún gesto ni acción posibilista que contrarreste lo que está ocurriendo en Cataluña (por supuesto, no cuento como gesto el salir en rueda de prensa tres días después…), dejándose llevar en todo momento por esos polvos que han traído estos lodos (recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP al documento del Estatut y la posterior sentencia del TC, por ejemplo). El otro, Artur Mas, en su huida hacia adelante, con su efluvios mesiánicos, lidera una consulta alternativa o proceso de participación ciudadana (da igual el nombre) con nulas garantías y articulado para conseguir un más que consabido resultado (yo me lo guiso, yo me lo como), saltándose a la torera el estado de derecho (actitud desde luego nada ejemplarizante) con una partidista visión de la democracia (la democracia también es respetar las leyes con las que nos hemos dotado todos). Dos políticos que no están demostrando estar a la altura de las circunstancias en un panorama abocado a un callejón de difícil salida con posiciones encontradas y enconadas. La reforma de la Constitución, en su dimensión territorial, parece la vía de escape, aunque me temo que visto lo visto, tampoco.