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Rompe el silencio en la violencia de género – Por Tamara de la Rosa*

   

Un día como hoy, me dirijo a ti. Sí, a ti. A esa persona víctima de malos tratos que vive en silencio con una contradicción de emociones y sentimientos que le impide tomar una decisión. Esa persona que desea salir de esa situación pero no sabe cómo, a la vez que tiene miedo al arrepentimiento ya que, a pesar de saber que no te mereces ese trato, no solo eres víctima de la violencia sino víctima de la dependencia emocional.

Seguro que empezaste la relación con muchísima ilusión y más con esta clase de personas que son “encantadoras de serpientes”. Te dicen todo lo que necesitas oír haciéndote sentir especial y única. Te sientes tan protegida que cuando empiezan a aparecer las primeras señales de celos, a pesar de ser consciente que son algo desmesurados, lo tomas como un halago y crees que es por el amor que siente hacia ti. Poco a poco, los celos van a más y cuando intentas poner freno, aparecen los chantajes emocionales con frases tipo: “Lo siento, es que te quiero demasiado y tengo miedo a perderte, sin ti me muero, no va a suceder mas”.

Apostaría lo que fuera que cuando te dijo esto, se te movió tu lado emocional provocándote pena y llegándote a cuestionar, que quizás podrías haber hecho las cosas de diferente manera, para evitar que se sintiera así. Entras en la fase de justificar sus celos enfermizos. Tras unos días de paz, la historia se vuelve a repetir y vuelves a perdonar. Empiezan los insultos, las humillaciones y tú por no discutir y evitar la discusión, agachas la cabeza. Empiezas a normalizar la situación que vives sin darte cuenta que entras en un infierno. La peor de tus pesadillas. Te empiezas a desvalorizar como persona y tu pareja pasa a ser tu prioridad. Vives exclusivamente por y para tu relación.

Ya no eres su pareja, eres su posesión. Sin darte cuenta, volcándote al 100 x 100 en tu relación y queriendo evitar que sufra a consecuencia de sus celos, te has alejado de todas tus relaciones sociales, amistades e incluso de tu familia. Y es que son personas expertas en la manipulación. Te anulan como persona sin darte cuenta. Pierdes tu identidad, tu esencia.

Cierto es que recibes un mal trato por su parte pero, al haberte aislado de todo, los únicos momentos afectivos lo recibes únicamente por su parte, por lo que esos momentos los disfrutas intensamente e imaginar una ruptura lo ves imposible. Confundes el amor con la dependencia emocional. Pero la situación continúa empeorando y de los insultos y las humillaciones pasa un día a un empujón y de ahí, en un abrir y cerrar de ojos, empiezas a visitar urgencias por lesiones continuas. Lo peor de todo es que no se lo cuentas a nadie. Sufres en silencio, por vergüenza, por no oír consejos como “sepárate” o, simplemente, por miedo a las consecuencias. Llega un momento que dejas de opinar debido a sus bruscos cambios de humor. Todo lo malinterpreta y cualquier comentario lo lleva al terreno de los celos y, cómo no, acaba en una paliza. 

Muchas veces piensas que lo mejor sería denunciar pero el miedo a las consecuencias te invade. Y en caso de tener hijos piensas que se vengaría con ellos, por lo que continúas aguantando. Las veces que has decidido acabar la relación aparecen las amenazas con quitarse la vida. Muchos de ellos hacen amagos, ingiriendo cajas de pastillas e ingresando. Y entonces aparece de nuevo en ti el sentimiento de culpa, al pensar que lo hizo porque no puede estar sin ti.

Si te sientes identificada, pide ayuda. Rompe el silencio. Tu vida corre peligro. Te parece imposible salir de esa situación, pero existen diferentes formas de hacerlo. Tienes la posibilidad de empezar de cero. Una vida sin dolor, sin miedo y sin maltrato. Lucha por recuperar tu identidad y volver a ser feliz.

*PSICÓLOGA
tamaraconsulta@gmail.com