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Esas fechas – Por Juan Carlos García

   

A las puertas de unas fechas marcadas en la agenda de esta cultura occidental con las palabras ilusión, esperanza y optimismo, siguen llegando aquellas personas sumidas en la desilusión, en la desesperanza y en el pesimismo. En estos días de diciembre en los que el consumismo se sigue escribiendo con mayúsculas, el mundo real muestra la verdadera cara de los diferentes sectores de la sociedad. En estos días, ustedes, se encontrarán o muy atareados en los preparativos de última hora de las diversas citas, o bien, en el extremo opuesto, sin ánimo de nada y con la idea cada vez con más adeptos de “si por mí fuera, daría un salto a estas fechas y me plantaría en el día 6 de enero”. No les falta razón a quienes así se expresan, dado el camino que toman últimamente las relaciones humanas. Sin embargo, en estos días nos faltarán manos para estrechar otras manos, besos para devolver otros besos, palabras para corresponder a otras palabras, sueños para compartir otros sueños. Cuántas personas ajenas a nuestro círculo habitual -que no al vital- forman parte de nuestro día a día, aunque sólo sea por unos minutos, por unos segundos, tal vez.

Ese ¡Buenos días! a la señora -casi siempre es una señora- que se encuentra limpiando el portal del edificio. Un saludo gestual al cartero que se aproxima a la vivienda. El señor -casi siempre se trata de un señor- que se encarga del mantenimiento del edificio. Ese vecino que siempre se adelanta a nosotros al salir del garaje y que apenas lo conocemos. Ese grupo de personas -niños, jóvenes y adultos- que coincidimos en la parada del tranvía, o de la guagua. El empleado del supermercado. El quiosquero. El trabajador de esa gasolinera a la que nos acercamos con periodicidad. El dueño-camarero-cocinero que nos sirve el cortadito. Además de todos ellos, la familia tiene estos días un significado especial. Especial para quienes la tengan o la consideren como tal. Algunos la esperamos como el turrón. Además, los amigos, para quienes los conserven. Además, los compañeros de trabajo, para quienes disfruten de un empleo. Todos. Ustedes que han apurado estas líneas, los que he reseñado en ellas y el que suscribe, quizás, volvamos a compartir tiempos y lugares.