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Frente Blanquiazul se desmarca de la violencia

   
Uno de los tifos del Frente Blanquiazul en la Grada Popular del Rodríguez López. / SERGIO MÉNDEZ

Uno de los tifos del Frente Blanquiazul en la Grada Popular del Rodríguez López. / SERGIO MÉNDEZ

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz de Tenerife

Jimmy no fue el primero y, desgraciadamente tampoco será el último. El fallecimiento del seguidor del Deportivo de La Coruña y miembro de los Riazor Blues ha provocado una corriente de generalización que está afectando y señalando a los hinchas y grupos más radicales del fútbol español, muchos de ellos sin merecerlo… ni haberlo merecido jamás. Es el caso del Frente Blanquiazul, la peña de animación del CD Tenerife que más se deja sentir en el Heliodoro Rodríguez López, la más innovadora e imaginativa a la hora de crear ambiente cuando el representativo tinerfeño actúa como local y la que toma la iniciativa de acompañar al equipo más allá de las fronteras insulares cuando la situación lo requiere y la economía lo permite. Más allá de la eterna rivalidad deportiva con la UD Las Palmas y con sus Ultra Nacientes como grupo más radical de la entidad amarilla “nosotros somos un grupo que anima a nuestro equipo igual que Zoneros o Armada y muchos más y que sin estos grupos se puede decir que no habría ambiente en el estadio”, tal y como reconoce un antiguo miembro del Frente Blanquiazul, una peña fundada en 1986 y que en su larga trayectoria ha tenido muy poco que ver con incidentes como los que le costaron la vida al seguidor deportivista el pasado domingo.

“El Frente no tiene que ver con nada de eso”, cuenta un hombre que prefiere no identificarse y que entiende que pese a que los radicales tinerfeños también tienen su ideología y postura política, cercana al independentismo canario y al anticolonialismo, ninguno de los miembros del colectivo de animación de la grada popular se escuda en el fútbol como excusa para librar batallas contra otras aficiones por mantener ideas diferentes. “Esto es Tenerife, no es Madrid o una ciudad grande”, señala antes de explicar que “no todas las aficiones son iguales y cosas como las del otro domingo tienen poco que ver con el fútbol. Yo creo que ni siquiera los del pasado domingo son conscientes aún de lo que hicieron”.

Derbis de alto riesgo

El día más esperado para muchos de los seguidores del CD Tenerife es el del enfrentamiento ante la UD Las Palmas. En las dos islas se montan dispositivos especiales para evitar enfrentamientos entre las dos hinchadas. Se tienen ganas, pero normalmente las cosas no pasan a mayores.

Frente Blanquiazul y Ultra Naciente nunca se han citado para entablar una guerra callejera como la del Frente Atlético contra los Riazor Blues y sus aliados. Sí es cierto que se han piropeado con insultos varios y ha habido lanzamientos de objetos como el día que llovieron yogures de beber sobre los amarillos en el Heliodoro.
“Yo lo pasé mal cuando he ido a Gran Canaria, sobre todo en la guagua donde nos apedrearon la primera vez que se jugó en el nuevo estadio”, relata un aficionado blanquiazul que prefiere mantenerse anónimo y no se identifica como miembro de ninguna peña del CD Tenerife.

“También es verdad que había gente con nosotros que llevaba los bolsillos llenos de pilas aprovechando que los cacheos sólo se los hacían a los miembros del Frente”, confiesa un hombre que entiende que el Frente Blanquiazul es “el corazón de la hinchada del Tenerife” por su ánimo insistente hacia sus colores y por su capacidad para vestir el Heliodoro Rodríguez López, engalanando las gradas con tifos de muy buen gusto.

Iidentes aislados

Alejados de las confrontaciones contra el eterno enemigo amarillo, el Frente Blanquiazul ha tenido poco protagonismo en otros conflictos acontecidos en los aledaños del Heliodoro Rodríguez López. Los ultras no tuvieron nada que ver con el lanzamiento de una señal de tráfico a Sergio Ballesteros justo delante del Palacio Municipal de los Deportes de Santa Cruz de Tenerife. Algunos de sus miembros sí increparon a Lussenhoff y Marioni minutos antes del famoso tormazo al coche del Colorado.

El defensa central argentino y su compatriota abandonaron el Heliodoro rumbo al Hotel Escuela para recoger su vehículo después de una derrota (1-5) ante el Valladolid en casa que casi certificaba otro desastre deportivo de la entidad. Allí fueron insultados por peñistas y no peñistas y Lussenhoff llegó a agredir a uno de ellos.

Luego, ya en el coche, amagaron con irse varias veces mientras se desafiaban con los exaltados hinchas locales. Entre ellos estaba A.M. “Yo le dije a Marioni que se fuera ya y lo llamé orejudo de mierda”, confiesa A.M. que vio como el Barullo se bajaba del coche para ir a por él y los miembros de la seguridad privada del club evitaban males mayores.
Lo que no evitaron fue el intento de atropello del Colorado a un seguidor y su posterior puñetazo y luego la reacción del agredido. “Corrió hacia lo que ahora es el parking, que en esos momentos estaba en obras, y subió con la famosa piedra” para cerrar un capítulo de nefasto recuerdo.

El Chato, la liga del 92 y Ultrasur

El Real Madrid se sentía campeón de liga en la campaña 91-92. Tanto que los Ultrasur, financiados por Ramón Mendoza, viajaron a la Isla para colonizar el Heliodoro… y encontraron su Little Big Horn particular. El Madrid perdió el partido (3-2 tras ir ganando por 0-2) y se dejó una liga que fue a parar a manos del Barcelona. Los radicales blancos no se lo tomaron bien. Rompieron vallas y gradas, lanzaron piedras… Los secuaces de José Luis Ochaíta perdieron tanto los papeles que hasta El Gordo se desnudó por completo en la grada de Herradura. El Chato estaba allí. “No me olvidaré jamás”, cuenta el antiguo miembro de Ultrasur que fue uno de los que rompió el cordón policial y fue a buscar pelea con los aficionados locales “que corríais como lagartijas”.