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Padres, hijos y WhatsApp – Por Tamara de la Rosa

   

Lo cierto es que, por un lado, los psicólogos no dejamos de insistir en la importancia que tiene el no intentar controlar absolutamente todo y aprender a vivir con algo de incertidumbre y, de repente, aparece el WhatsApp con su gran característica inmediatez de información que si, encima, hacemos un mal uso de este, apaga y vámonos… Me resulta asombroso, cómo sin darnos cuenta, a través del WhatsApp, estamos convirtiendo a los más pequeños en auténticos inútiles, impidiéndoles crecer y desarrollar su autonomía. Y sí, me refiero a todos los que nos unimos al famoso mundo del chat de padres de la clase de nuestros hijos convirtiéndonos, automáticamente, en agendas de éstos.

Estamos al tanto de todo. Deberes o fichas pendientes, fecha de exámenes, de si tienen que ir con chandal o uniforme un determinado día, si tienen que llevar algún material extra, pero lo peor es que, ¡somos nosotros los que se los recordamos a ellos!, incluso, cuando algo de los deberes es un poco confuso o no se sabe la respuesta, también se consulta por WhatsApp. ¡Les hacemos los deberes nosotros! No tenemos consciencia de que estamos “cargándonos”, el que los niños, asuman sus responsabilidades. Tengamos claro que, el llegar a clase un día sin haber hecho la tarea, no va a ser motivo que le suspendan el curso ni va a ser un trauma para ellos el ver que los demás si la hicieron y el no. ¡Al revés! Eso mismo, junto con la llamada de atención por parte de su profesor, puede ser un perfecto aprendizaje para comenzar a responsabilizarse de sus pequeñas obligaciones. No les estamos permitiendo aprender lo que significa la palabra responsabilidad. Caemos en el error de sobreprotegerlos y no permitir que fracasen y lo cierto es que, cuando tienen cortas edades, es cuando mas fácil nos es a los padres y antes aprenden los niños a trabajar la “responsabilidad” y las consecuencias de no serlo. Facilitándole todo, lo único que aprenderá es que no hay que esforzase para conseguir las cosas porque siempre estará “mama” o “papa” para solucionárselo todo y a medida que vayan creciendo y sus ángeles de la guarda (sus padres), no puedan resolverle todo, sentirán frustración y entonces empezarán los verdaderos problemas de conducta. Como padres, no debemos anticiparnos a todo y sí favorecer que sean autónomos. Hemos de enseñarles que tienen nuestro apoyo pero también ciertas responsabilidades, pequeñas, a su nivel. Y que son capaces de ello. Por otro lado están los niños mas granditos que, desde muy corta edad, muchos desde los 10 años, ya utilizan esta aplicación, convirtiendo el “whatsapear en sinónimo de hablar”. Y me preguntarás… ¿qué de malo hay en esto? Pues mucho. Se olvidan de la conversación de tú a tú. Se acostumbran a hablar tras un aparato y se sienten seguros y con mayor facilidad para expresar lo que piensan. Cuando no se te ve el rostro, te es mas fácil lanzarte a la piscina con ciertos temas u opiniones, incluso aparentar ser de una manera que no son.

Crean un avatar de ellos mismos y, me volverás a preguntar ¿qué de malo hay en eso? Y te responderé de nuevo, pues mucho, porque no siempre podrán tener el móvil como máscara ni como escudo de protección y estos niños suelen presentar, a medida que pasan los años, déficit en habilidades sociales y problemas de comunicación. Indiscutiblemente, el WhatsApp es un gran avance en la tecnología con numerosas ventajas respecto a la comunicación, pero, como en todo, debemos no hacer un uso irracional y hacer un uso práctico de éste y, cómo no, llevando un control de su uso en los menores.

*PSICÓLOGA
tamaraconsulta@gmail.com