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Dichoso Carnaval… – Por Agustín M. González

   

Sé que, aquí y ahora, decir esto es casi una herejía, una blasfemia, pero tengo que confesarlo abierta y públicamente: no me gusta el Carnaval. Y lo digo aún a riesgo de que me llamen soso -ya lo hace mi mujer, y creo que con razón-, aburrido, pureta, carcamal, desabrido… Seguramente soy así, pero esta fiesta de algarabía, ruido, muchedumbres y desenfreno me gusta cada vez menos. Será la crisis de los 50… Recuerdo que antes, hace años, sí me gustaba. Y mucho… Uno de los ratos que recuerdo más divertidos, de toda mi vida, fue el año que participé en el Maratón Mascarita Ponte Tacón, del Puerto de la Cruz, con mi hermano Nico y mi compadre Juan. Era una de las primeras ediciones de lo que con el tiempo se ha convertido en el acto más popular y singular del Carnaval portuense. Íbamos los tres disfrazados de mujeres -de pencos- con tacones de 15 centímetros dentro de una guagua de cartón…

Fue inolvidable; como otra vez que me disfracé de mascarita con mi mujer, mi madre y mis tías por la plaza del Charco. Lo pasamos bomba. También fue una experiencia extraordinaria el viaje con la delegación de Tenerife al Carnaval de Düsseldorf, en Alemania, donde esta fiesta se celebra de una manera muy diferente… La verdad es que tengo muchos buenos recuerdos del Carnaval. Lo que pasa es que cada vez llevo peor lo de tener que compaginar la fiesta con el curro, la edad con el trasnocheo. Yo, al menos, ya no lo puedo compaginar… Eso, y que la fiesta de la máscara ha degenerado mucho. Ha perdido su sabor familiar y tradicional. Se ha convertido en un incómodo desmadre de excesos de todo tipo. Encima, yo ni bebo, ni fumo, ni ando con hombres… Ni me gustan los mogollones esos donde mil tíos borrachos te empujan, te pisan, te dan patadas, te agarran el culo, te quitan la cartera y hasta te mean encima sin que puedas hacer nada… Lo tengo que asumir: ya no estoy hecho para eso. Pero reconozco que el Carnaval es muy beneficioso para la economía de la Isla y para su proyección turística. Por eso, respeto que la gente se divierta de lo lindo con las carnestolendas. Lo único que pido es que respeten mi falta de carnavalidad…