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Miedo, silencio y un grito unánime por la libertad

   
El periodista Pablo Melián en París. | DA

El periodista Pablo Melián en París. | DA

JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife

El periodista tinerfeño Pablo Melián lleva dos años trabajando en París para la agencia France Press (AFP). Ayer nada le hacía pensar que pudiera asistir a uno de los días más trágicos para el periodismo francés de su historia reciente. “Como era el primer día de rebajas, y como cada miércoles en París, los niños no tenían colegio. A media mañana, en Le Marais, el barrio chic del centro de la ciudad, las boutiques se llenaban de clientes en busca de los primeros descuentos. Nadie podía imaginar que se iba a producir un suceso de estas características”, relata al DIARIO.

“A media mañana, y de repente, un dispositivo policial rompió con la armonía. Se cercó el boulevard Richard Lenoir, continuación del canal Saint Martin. Y empezaron a llegar las noticias a los teléfonos móviles y a las redacciones. Ya se hablaba de una matanza. Señalaban al Charlie Hebdo, diana de los radicales desde hace algunos años”, explica Melián, quien reconoce sentirse muy contrariado por los acontecimientos y el brutal ataque a la libertad de expresión y de información.

“Cinco horas después, en la vecina plaza de Republique, miles de franceses acudieron en silencio a un improvisado duelo por los 12 muertos. Lo hicieron directamente desde sus trabajos. Cuando salieron por la mañana de sus casas no imaginaron que acabarían el día en un velatorio”, subraya el periodista portuense. “En muchas partes de la ciudad y en la misma plaza reinaba el silencio, que solo se rompió con aplausos y gritos por la libertad de expresión. ¡Charlie-liberté! es el grito que entonaba la muchedumbre, un juego de palabras en alusión al director de la publicación, asesinado durante el ataque”.

“En la estatua de Marianne se ha improvisado un altar. Hay fotos de los dibujantes asesinados y muchas velas”, recalca Melián, que cuenta que “al cielo se lanzaron pequeños globos con luces en homenaje de los fallecidos. La gente los despedía con aplausos mientras desaparecían en el cielo”.“No sabemos qué ocurrirá, pero unos 3.000 policías buscan a los tres asesinos”, agrega el periodista, que asegura que este primer miércoles de 2015, París, Francia y el resto del mundo han vivido una “pesadilla”.