Pasados de rosca – Por César Martín

Hay encuentros sin ruido que no deberían suceder nunca, bien lo sabes. Son ese tipo de reuniones clandestinas en las que se deciden futuros y se traman nuevas verdades. Sus silenciosos acuerdos jamás saltan a la palestra; no interesa, sería demasiado peligroso que la masa, la comunidad, el vecino o su mujer se enterasen de algunos de los secretos que allí se confinan. La naturaleza de estas confabulaciones es conspirar contra los demás sin otro ánimo que el beneficio propio o el de las personas que rodean a cada cual, además siempre hay un interés general que sacia las dudas, caso de que la conciencia de la lata. Y no te confundas, deja en el imaginario la luz tenue, la cúpula de alguna organización del crimen o el despacho de algún ministerio, hay cosas que no son exclusivas de la fantasía del celuloide, esto es real. A tu alrededor acontecen este tipo de iniciativas constantemente, no importa en el círculo en el que andes, seguro que han sucedido cosas en tu vida que te pueden dar pistas de este tipo de situaciones. De pronto, como de la nada, ocurren extrañas acciones que atraviesan el espacio de lo posible y dejan sin aliento a los que, perplejos como tú, contemplan cómo arrasan todo sin poder hacer nada para evitarlo. Muchas veces habrás intuido por dónde iban los tiros, sospechas tienes de quién o quiénes estaban detrás, pero claro, no hay pruebas, tus ojos no vieron nada, y eso que sabes que hay miradas que valen más que una confesión. Solo te queda la frustración, esa cara de haber hecho el gilipuertas y la rabia que te devora corazón adentro. Las especulaciones de cómo pudo haber sido te llevan a un pulso de poderes, provocando que juntes con nocturnidad y alevosía a tus personas de confianza, dando rienda suelta a un círculo constante y vicioso, que no para, porque el irraciocinio de la venganza es capaz de corromper hasta las almas más piadosas. Será así como tomes tus propias decisiones. Luego sólo quedarán las consecuencias. Allá tú.

@cesarmg78