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Primeras audiencias

   

Ya estamos en el año 2015 y de momento los únicos resultados son los datos de audiencia. Pronto llegarán los otros. A pesar de las pronósticos no ha habido sorpresas. Como el año electoral busque el mismo camino, ya pueden empezar a poner velas a la Virgen de Candelaria. La 1 se puso en manos de Mota y no falló, arrasó. Las inmejorables parodias del manchego y los invitados elegidos convirtieron el espacio de la pública en la mejor opción para los espectadores, que esta vez no se quedaron en el número uno del mando por tradición, sino que apostaron por el mejor humorista, la mejor crítica y los mejores guiones. Estos primeros datos del año dejan también en evidencia algunas reacciones de las cadenas otrora competencia y ahora hermanastras del mismo grupo. El fenómeno de La Sexta en Atresmedia de momento no preocupa en lo financiero a sus gestores, porque todo suma pero, como filosofía, han de preocuparse sus directivos porque pudiera llegar el día en que la filial se coma a la matriz. Como sigan compitiendo con tanta libertad editorial como en programación se pueden llevar una sorpresa. Esto sería impensable en Mediaset, donde tienen claro cuál es su buque insignia -Tele 5- frente a Cuatro, convertido durante la Nochevieja en un canal de repetición y además, sin gasto añadido. Tampoco en lo ideológico el canal de Fuencarral provoca disidencias en su línea editorial entre los dos canales fusionados recientemente: hay menos lugar a dudas. Con el tiempo, los espectadores se acostumbran a que cualquier cosa pueda pasar y que, la oferta televisiva -con informativos incluidos- no tiene por qué influir si hay un buen reparto de dividendos. Como demuestran los hechos, en este ámbito también han evolucionado Lara y Echevarría, los presidentes de sendos duopolios que nos dejó en herencia a los españoles la exvicepresidenta de Rodríguez Zapatero, aquella con cierto parecido a la abuela de Kate Moss. Para unos, lo importante es liderar pase lo que pase y con el producto que sea: es el caso del equipo de Paolo Vasile -Sálvame es un buen ejemplo- y para los otros, no importa que una cadena cuente lo bien que lo hace el Gobierno de Rajoy y cómo mejoran las cosas mientras en la cadena verde-roja-morada, también de su propiedad, atacan en cada una de sus franjas horarias aún a riesgo de que dejen de ser creíbles. De la pública hablaremos otro día para no amargarnos el buen sabor de boca que nos ha dejado José Mota.