Seguramente, una de las cuestiones que más preocupa a los teóricos de la polÃtica es la incidencia del mercado o del Estado en la democracia. El Estado abierto y plural al que aspiramos va quedando atrás mientras se nos gobierna, cada vez más perceptiblemente, desde esquemas de pensamiento único alejados de las preocupaciones reales de la ciudadanÃa en un intento, suave en las formas pero radical en su contenido, de un nuevo intervencionismo que busca el control social y la perpetuación en el poder.
Por lo que se refiere al mercado, tendrÃamos que empezar reconociendo que es fundamental la existencia de posibilidades de elección lo que, al menos teóricamente, garantiza un sistema de intercambios voluntarios. El problema es que el mercado no es la fuente de los derechos ni esa panacea que todo lo resuelve. Es, como señala Amartya Sen, una institución importante, por supuesto, pero ni la única relevante ni, por supuesto, la más importante. En este contexto, hemos de tener presente la aspiración general a la democracia global que supone, entre otras cosas, la existencia de espacios mundiales de deliberación pública en los que a través de la racionalidad y la justicia, siempre a favor de la dignidad humana, se pueda influir para que las versiones del pensamiento único, tanto del mercado como del Estado, den paso a perspectivas más plurales, más humanas y más solidarias.
Promover el razonamiento público crÃtico es cada vez más relevante si es que de verdad queremos que las decisiones polÃticas y económicas sean cada vez más justas, humanas y solidarias. Es más, gracias a la emergencia de nuevas formas de reflexión y de pensamiento abierto y crÃtico orientadas a fortalecer la democracia, instituciones multilaterales del orden internacional han debido ir, poco a poco, modificando alguna de sus polÃticas económicas, lo que años atrás era, sencillamente, impensable.
La libertad de prensa juega un gran papel en la creación de un espacio abierto y libre de deliberación pública a nivel mundial. Junto a ella, las nuevas posibilidades que hoy ofrecen las nuevas tecnologÃas, están propiciando un escenario para el debate en numerosas weblog que permiten aflorar opiniones y puntos de vista que no tienen acceso a los medios tradicionales de comunicación, quizás por no someterse a los dictados del pensamiento único, al pensamiento polÃtica y eficazmente correcto.
Hoy cada vez está más cerca la posibilidad de que todas las personas que quieran contribuir a que la globalización sea más justa y equitativa puedan hacerlo. La clave está en que los que toman las decisiones sean más partidarios del pensamiento plural, abierto y compatible y estén liberados de esa obsesión por el dinero, el poder y la enorme maquinaria de control y propaganda necesarios para la conservación de las posiciones.
El 25E comenzó en Grecia, de alguna manera, una reacción, hábilmente manejada, para protestar ante lo que mucha gente considera un sistema notablemente injusto, un sistema en el que la mayorÃa está pagando los desmanes de una minorÃa. De una minorÃa que no quiere reconocer sus errores y que sigue pétreamente atrincherada en las viejas polÃticas, en las viejas forma de hacer negocios. Estos dÃas todo un pueblo se ha levantado pacÃficamente para decir a los poderosos que no están dispuestos a pagar las consecuencias de los platos rotos por otros. Y todo ello, conducido, quien lo podrÃa pensar, por los que ahora se presentan como defensores de la democracia social: la izquierda radical de corte marxista-leninista. Lo que hay que ver.
*catedrático de derecho administrativo