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¿Grecia contra las cuerdas? – Por José F. Fajardo*

   

El valor de Grecia como país, no se mide en la actualidad por su aportación al PIB del conjunto de la economía de la eurozona, entorno al 2%, sino más bien por la capacidad y habilidad de negociación que el nuevo gobierno de Alexis Tsipras muestre con la troika (conformada por la Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) en las negociaciones sobre el programa de rescate de Grecia, cuyo plazo final expira el próximo 28 de febrero. Su distanciamiento con la Troika, al no considerarla como un interlocutor válido en las negociaciones, le ha llevado en los últimos días a realizar una gira por los países de los principales socios de la Unión Europea (Francia e Italia) en busca de apoyos. El primer ministro griego está intentando convencer a los socios europeos, para ganar margen de maniobra mientras trabajan en un nuevo acuerdo que reduzca la elevada deuda pública griega, cuyo saldo en el tercer Trimestre de 2014 ascendió a 315.509 millones de euros, representando el 176% del PIB de Grecia.

Durante esta semana, el Gobierno griego ha dado un giro en su planteamiento de quita de deuda y lo ha reformulado, proponiendo permutar los bonos de su deuda por otro nuevos con el objetivo de reducir el peso de su endeudamiento. El cambio o permuta se haría a través de dos tipos de nuevos bonos: unos bonos ligados al crecimiento nominal de la economía de Grecia, que sustituirían a los actuales préstamos de los socios europeos y al importe procedente del fondo de rescate, mientras que otros bonos perpetuos reemplazarían a la deuda soberana helena que tiene con el BCE. En lo que se refiere a la deuda en manos de acreedores privados, que aceptaron en su mayoría una quita en 2012, se seguiría pagando como hasta ahora.

La reacción del BCE ante el posicionamiento de Grecia no se ha hecho esperar, y esta misma semana anunció que a partir de mañana miércoles, 11 de febrero, no aceptará los bonos emitidos o garantizados por el gobierno griego a efectos de ser elegibles en las operaciones de refinanciación del eurosistema (MRO, LTRO, TLTROs). De esta manera, el BCE pretende presionar al gobierno griego para conseguir la prórroga de su programa de rescate en los términos actualmente previstos, ya que al no aceptar la deuda helena como colateral para que los bancos del país puedan acceder a su financiación, encarece los costes de financiación de la banca griega al tener que acudir a las líneas de financiación de emergencia (ELA), habilitadas discrecionalmente por el Banco de Grecia de acuerdo con las normas comunes del sistema de compensación europeo.

Los mercados griegos reaccionaron ante la noticia, la Bolsa del país se dejó al cierre más del 3% (sector bancario especialmente), acumulando casi un -80% desde el 2008, la prima de riesgo se acercó nuevamente a los 1.000 puntos, las fugas de depósitos fuera del país no han cesado y el riesgo de un impago de la economía griega puede haberse acentuado. Si estas turbulencias se incrementan en los próximos días y se trasladan al resto de los mercados, quizás las negociaciones se precipiten y puedan impedir al gobierno griego seguir con sus propuestas. Si bien, en esta ocasión las Bolsas y la deuda de los países periféricos apenas han reaccionado como lo hicieron años atrás, toda vez que los mercados cuentan esta vez con poco: los inversores privados tienen en torno a un 20% de la deuda griega, repartiéndose el restante 80% en manos de países e instituciones de la Troika. Sólo queda esperar, ¿aceptará o no Grecia las condiciones impuestas? Nuestro escenario base contempla una negociación de la deuda que implica alargamiento de vencimientos y rebaja de tipos de interés.

*CROSS CAPITAL
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