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Diglosia y escritura – Por Rafael Lutzardo

   

Escribo a oscuras, no necesito la luz de su creador, Thomas Alva Edison; me basta la música de una banda sonora de una gran película o de un concierto de Fryderyk Franciszek Chopin. Con eso me conformo para trasladarme a otra dimensión, a otro lugar. Escribo porque necesito alimentarme del alma de la escritura, de su lenguaje, de su forma de poder interpretar sus adjetivos, consonantes, verbos, sintaxis y de la diglosia. La escritura me da paz, tranquilidad, se convierte en mi refugio y de paso, me transmite inspiración. Escribir es el talento de la imaginación, de la interpretación y del contenido que tú consideres importante para delatarlo o contarlos a través de la escritura. Sin la escritura no habría Historia, contenidos, sucesos, lugares, guerras, epopeyas, leyendas, mitos, cuentos e historias de amor, pero sobre todo, cultura. Muchos hombres y mujeres huyen de unas determinadas avalanchas de experiencias de la vida, transformadas en alud o galicismo de miles de toneladas de nieves ancladas sobre sus espaldas. ¿Cuántas cargas? En ocasiones, en ciertos momentos del día, pienso como el hombre del Paleolítico pudo sobrevivir en un escenario tan hostil, en un período de clima predominante frío; utilizando herramientas elaboradas por la propia naturaleza; creando estrategias para la caza de animales salvajes y la búsqueda y descubrimiento del fuego. Si ellos lo consiguieron y fueron los ejemplos más puntuales de la evolución humana: ¿por qué no puedo lograrlo yo? En la actualidad de este comienzo del siglo XXI, me guío por el tacto, por la intuición de mis sentidos, por los mecanismos de la propia evolución, obligándome adaptarme a sus caprichos y necesidades. La vida también tiene edad y por ella pasan los años, etapas, ciclos y oportunidades. Ella también se marchita, envejece y muere. Es por ello que me aferro a la escritura como un salvavidas en medio de un océano que no vislumbra un rescate inminente. No importa, me conformo con la oscuridad de mis paredes, que aunque son blancas, respetan mi voluntad de escribir a ciegas en mi mundo. La escritura es poder, hechizo, embrujo, elixir de metamorfosis, empapada de historias, recuerdos, vivencias, felicidad y desencantos. Pero también me brinda la oportunidad de sentirme un creador de la imaginación reflejada en la diglosia (bilingüismo uso habitual de dos lenguas en la misma región). Bien pudieran tacharme de loco o de alguna locura transitoria, pero lo cierto es que entre la escritura y la diglosia me siento cómodo y feliz. Ellas me dan paz y frescuras a mi imaginación.