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El insularismo grancanario – Por Francisco Chavanel

   

Se entiende que un presidente de Cabildo pueda mantener tesis insularistas en la defensa de su territorio, pero a estas alturas se entiende menos que de repente se monte una fuerza que se presenta a las elecciones con argumentos de hace veinte años.

Lo que ha sucedido con José Miguel Bravo de Laguna, actual presidente del Cabildo grancanario, es un error de Soria que le pasará factura al PP en las próximas elecciones en el predio favorito del ministro. Bravo, que es un político de fuste, enérgico y con las cosas muy claras, ha montado su leyenda en la incapacidad política de otros presidentes anteriores que utilizaron el Cabildo como un buen lugar para dormitar, para satisfacer orgullos desmedidos y bajas pasiones, para dejar pasar los días hasta acercarse al cementerio del olvido. En la isla redonda el Cabildo siempre ha sido una institución residual mientras que el poder verdadero lo ostentaba la capital, Las Palmas de Gran Canaria, donde vive la mitad de la isla.

Esta circunstancia concluyó con la llegada de Bravo. El Cabildo ha sido el principal opositor de Paulino Rivero en materias como los hoteles de cuatro estrellas, la carretera de La Aldea, y el BIC del Oasis. En ninguna de esas victorias Bravo contó con el apoyo del presidente de su partido, lo que alimentó los celos sorianos y las ganas de cortarle la cabeza por no seguir sus instrucciones en una cuestión nada periférica: el BIC del Oasis, donde el Gobierno de Rivero y el ministro coincidían por vez primera en la legislatura en apoyar la visión de los mallorquines de Riu. Carmen Riu se apoyó en Rivero, en Soria, en el gobierno alemán que llegó a exigirle a Soria que se moviese, y en el periódico La Provincia, que llegó a titular un domingo a cinco columnas “Bravo S.L.”, en uno de los asesinatos de imagen más duros que se recuerdan. Aún así el hoy insularista Bravo se salió con la suya, lo que habla a las claras de su capacidad de aguante, de su indudable inteligencia, y de la atracción que desprende su figura en el electorado.

Pero es evidente que no es lo mismo ser candidato del PP al Cabildo que serlo sustentado en dos partidos de baja proyección -Compromiso y Ciuca-. Sin embargo los mismos que apoyarán financieramente al PP lo harán con Bravo, a sabiendas de que los conservadores corren el serio riesgo de perder la tutela de todos los gobiernos en los que están en Gran Canaria, y que la llave en la mayoría la puede tener Bravo. Pero no es tan sencillo: a medida que pasan los días más aumenta la degradación de las relaciones entre el presidente del Cabildo y sus excompañeros del PP. Se nota en los actos oficiales, donde los saludos son forzados o inexistentes, en declaraciones desagradables, en los intentos del PP de introducirse en la vida personal de Bravo.

A los que están preocupados con un revival del pangrancanarismo un poco de historia. Todos los insularismos terminan en el mismo sitio: o en la nada, o dentro de Coalición Canaria. Este no será distinto.