X
el dardo >

Lecciones andaluzas – Por Leopoldo Fernández

   

Creo que Rajoy tiene razón. Los resultados de las elecciones andaluzas no son extrapolables al resto de España. Para nadie. Pero para el PP constituyen un muy serio aviso de que algo hace mal, y no es sólo el muy viejo problema de comunicación. Su estrepitosa derrota no la esperaba nadie, ni en el peor de los supuestos. La pérdida de más de medio millón de votos y 17 escaños no puede despacharse así como así, por mucho castigo que se le haya querido infligir al partido del Gobierno central a cuenta de las medidas impopulares que hubo de adoptar para gestionar la crisis económica. O sea, algo habrá de rectificar el PP, y cuanto antes, en su anunciada estrategia electoral para los comicios locales de mayo, que están a la vuelta de la esquina. La verdadera triunfadora del domingo ha sido Susana Díaz, acertada en su apuesta de adelanto electoral para laminar al PP, cortocircuitar a Podemos y revalorizar su liderazgo. Seguramente podrá gobernar en relativamente cómoda minoría, aunque necesitará respiración política asistida para aprobar algunas leyes.

El PSOE nacional se da un respiro, sobre todo su secretario general, que no habrá de competir con la señora Díaz -dispuesta, ha declarado, a pasar la legislatura en Andalucía-, en unas primarias que tenía, y tiene, más que comprometidas, por la contestación interna. No se ha producido la esperada debacle en el bipartidismo imperfecto del sistema: ha perdido, sí, 18 puntos, pero aún reúne 80 de los 109 diputados, el 62 % de la cámara. En cambio, la irrupción de Ciudadanos aporta un soplo de aire fresco en el espectro del centro derecha -en detrimento de un PP ensoberbecido, despectivo con el adversario y poco dado a la autocrítica- y sitúa a esta formación como árbitro en cuestiones esenciales para la política andaluza y, de seguir así, puede que también para la nacional. En cuanto a Podemos, con ser relevante su entrada en el Parlamento, no ha alcanzado esos 26 escaños a los que aspiraba en un territorio proclive a sus cantos de sirena, ni encabezará por la izquierda -donde casi ha fagocitado a IU- la alta representatividad que le otorgan las encuestas en el conjunto del país. Es un aviso de que no se puede vender humo ni caer en la autocomplacencia, como le ha ocurrido a los ya mortecinos UPyD y PA.