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El Cabildo apuesta por ampliar el cauce del barranco de San Andrés

   

El barranco desemboca en el mar justo entre el barrio de San Andrés y la playa de Las Teresitas. / MOISÉS PÉREZ

JESSICA MORENO – A. M. G. | SANTA CRUZ DE TENERIFE

El pueblo de San Andrés es uno de los “puntos débiles” de la isla de Tenerife que más sufren los riesgos frente a las avenidas de los barrancos. Además, como ha ocurrido recientemente, las subidas del mar y la falta de culminación del cauce del barranco -como denuncian los propios vecinos- ocasionan que la salida al mar de las aguas no sea lo óptima que debiera de ser.

En este sentido, según afirma el nuevo consejero de Aguas del Cabildo de Tenerife (CIAT), Jesús Morales, una de las soluciones a los ya seculares problemas de evacuación e inundaciones que sufre este núcleo pesquero de la capital es ampliar el cauce del barranco, aunque el proyecto no es tan fácil -según reconoce el consejero-, no solo por el elevado coste económico, sino también porque primero hay que garantizar el acceso rodado hasta la anexa playa de Las Teresitas.

No hay puente

Morales explicó que “haría falta ampliar el cauce del barranco pero habría que garantizar antes el acceso a la playa, porque hay un pequeño puente sobre la rama del cauce pero te encuentras otro ramal donde la carretera pasa por encima del barranco. No hay puente, y ahí habría que actuar, pero eso no nos corresponde a nosotros”, indicó el responsable del Consejo Insular de Aguas.

Además, Jesús Morales precisó que “es un tema de difícil solución, ya que, si no recuerdo mal, esta zona está dentro del Plan de Las Teresitas, lo que complica más poder habilitar una solución para el asunto”. El consejero insistió en que “es necesaria una actuación que, no solo depende del CIAT, sino de otras instituciones públicas que hay que ir solventando para mejorar ese punto concreto, ya que te puedes encontrar que cuando hay marea alta la capacidad de evacuación del agua es menor. Pero ya estamos trabajando con el Ayuntamiento de Santa Cruz en buscar una solución, pensando en las posibilidades económicas”.

Riesgo aceptable

Por último, insistió en que siempre hay que pensar en que el riesgo no se va a eliminar nunca del todo. “Tenemos siempre que pensar en el riesgo aceptable, no en que éste se va a eliminar, sino en el aceptable tanto para las personas como para los bienes, que es un aspecto que tenemos mucho en cuenta”, sentenció. Lo que es evidente es que los problemas del barrio de San Andrés no vienen solo por el frente de mar, sino que presenta también grave riesgo el flanco del barranco, que desemboca en medio del núcleo costero. Sus grandes avenidas en épocas de fuertes lluvias sumadas al oleaje o las mareas vivas, hacen inevitable las continuas inundaciones en el pueblo, por lo que las soluciones tienen que plantearse en los diferentes frentes. Los técnicos coinciden en que, a lo que la protección del mar se refiere, hay que reforzar la escollera de la avenida marítima y construir un dique rebasable o semisumergido. Pero no hay que olvidarse del peligro que viene del barranco, que es mas antiguo incluso que el propio barrio.

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El Castillo, testigo y víctima del barranco

Un símbolo de San Andrés y de la ciudad de Santa Cruz es la antigua torre o castillo construida en 1706 en la desembocadura de los barrancos de El Cercado y Las Huertas. La ruinas de la pequeña fortificación cilíndrica que tanto ayudó en la victoria sobre Nelson, se conservan como el monumento que son en una rotonda a la entrada del barrio costero. Estas ruinas no solo han sido testigo sino, sobre todo, víctimas directas de la furia del barranco en ocasión de lluvias torrenciales. En sus más de 300 años de historia la torre fue arrasada y reconstruida al menos cuatro veces. Tras el aluvión de 1878 se ordenó su definitivo desartillado y quedó abandonada, aunque su maltrecho estado actual fue consecuencia de la gran avenida del barranco ocurrida el 28 de octubre de 1898. En tiempos recientes, el castillo y los vecinos de San Andrés han sufrido otras grandes avenidas, como la riada del 31 de marzo de 2002. El barranco se desbordó, anegó buena parte del núcleo pesquero y causó inundaciones e innumerables destrozos en viviendas particulares y comercios.

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