X
HEMEROTECA > ENTREVISTA CON MARÍA ROSA ALONSO

“A las mujeres les va a costar mucho la igualdad, casi nunca la van a conseguir”

   

María Rosa Alonso, en la casa de su sobrino Elfidio Alonso, en 2004. / JAVIER GANIVET

Con pasión y verdad has traspasado el día,
con sed madrugadora has movido la noche.
Contigo han sonreído los peces de mis ojos
y se me han desbocado rebeldías.
Contigo he sostenido la libertad en los brazos
y el amor en las yemas de la sangre.

CÁNDIDA CARBALLO | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Este es un fragmento de un poema que Pedro García Cabrera dedicó a una casi adolescente María Rosa Alonso. Hoy, esta anciana nacida en 1910 guarda todo el empuje y la pasión por vivir y aprender que definen su existencia. Cuando le piden que rememore su pasado, suelta una carcajada y asevera: ¡Madre mía, con 94 años si tendré yo detrás de mí tiempo! Sí, mucho tiempo, pero un tiempo rico y una vida llena que le han legado el privilegio de mantener la curiosidad, el ansia de saber… ¡Qué envidia doña María Rosa!

-Qué es la vida para usted?

“Toda mi vida tiene una sola explicación: el trabajo. Yo no he parado nunca. Hasta cuando he descansado he estado aprendiendo. Y todavía aprendo cosas nuevas. La vida es cambio, novedades. Hay una gran crisis en el mundo y todo eso me afecta; me interesa. Estoy pendiente de lo que ocurre con esta crisis entre Europa, Occidente, y Oriente. Digan lo que digan, hay un problema en el mundo. Sobre todo para la mujer, que ha sido siempre, como decía Simone de Beauvoir le deuxiéme sexe, el segundo sexo. En todas la religiones dios es hombre”.

-Cómo ve a la mujer?

“Mientras siga pendiente de esas bobadas, esas repugnancias de las revistas del corazón, las famosas, los cincuenta modelitos de la señora Letizia, la mujer no adelantará nada. La mujer debe ponerse seria. La belleza se va con los años y uno debe actuar conforme a su edad. Una de las cosas más estúpidas e inútiles es hacer el ridículo como esas niñas que nunca dicen su edad. A mí me da lo mismo que tengan 30, 40 o 50 años. A mí lo que me interesa es no aburrirme con usted. Y todavía les va a costar a ustedes mucho la igualdad, que no la van a tener casi nunca. Casi nunca. Las admiran porque son un objeto de encanto, de delicia y de placer, pero no las consideran compañeras. Pablo de Tarso decía compañera te doy y no sierva…”.

-Pero la legislación ha cambiado y las mujeres, al menos oficialmente, tenemos los mismos derechos…

“La legislación ha cambiado y el Gobierno de Zapatero tiene por primera vez la mitad de mujeres, pero no veo que hagan las niñas mucho”.

-¿No le parece bien la discriminación positiva?

“Si no sirven, por que sean mujeres tampoco. Si es una buena ministra de Agricultura o de Hacienda, pues sí. Pero por el hecho de que sea mujer, no. Si solo hay tres que valgan, pues solo hay tres ministras. Tres mujeres que valgan mucho nos dejan mejor que siete que son mediocres. Ahora bien, la señora vicepresidenta me gusta, me parece discreta y alguna más… También hay que darles crédito y esperar. Pero me da terror que se equivoquen. Me da terror porque no nos conviene. Ahora… lo que Dios no da, Salamanca no lo pone… La mujer tiene que tener dos puertas, como los zorros que no entran en un gallinero si éste no tiene dos puertas. La mujer tiene que ser un buen zorro”.

-Y en los años 30 o 50, ¿cómo era ser mujer?

“Entonces, yo todavía estaba de buen ver…(se ríe)”.

-¿Cómo consiguió estudiar?

“Yo nací en el año 10, en Tacoronte. Éramos solo tres hermanos y mis padres enseguida se vinieron a La Laguna para que estudiáramos. Nuestros padres eran campesinos y nuestra economía era modesta. Cuando llegué a La Laguna tenía nueve años y a los once entré en el Instituto Cabrera Pinto, que era el único que había. Empecé el bachillerato siendo una niña y lo acabé siendo una mujer, porque cogí el plan de Romanones. De manera que acabé en el año 27, cuando la gran generación del cambio”.

-¿Y la Universidad?

“Entonces la economía en mi casa estaba muy mal. Y eso de las becas era muy difícil. Yo me había entusiasmado con estudiar Filosofia y Letras, pero aquí solo había Derecho y Ciencias Químicas. Siempre he sabido lo que no quiero y ninguna de las dos me gustaba. Así que leí y estudié por mi cuenta todo lo que pude. Escribí mi primer articulito a los 20 años, en 1930, en el periódico La Tarde y después en La Prensa de don Leoncio. Al mismo tiempo, Derecho y Filosofía y Letras tenían en común tres asignaturas del Preparatorio. Me fajé con los libros y las aprobé. Añadieron después Latín y Psicología y también me examiné por libre. Cuando llegué a Madrid ya tenía el Preparatorio. Pero, además, fui de oyente a las clases de literatura que daba, en la Facultad de Derecho, don Ángel Valbuena. Pasé de leer a Búfalo Bill, Salgan y cosas propias de jovencitas, a leer literatura del 98. Leí a Azorín, a don Ramón del Valle-Inclán, a Pío Baroja. En fin, nunca leí una novela rosa. Eso me salvó”.

-¿Cómo consigue llegar a Madrid?

“Pues con muy buenas notas. Conseguí que me dieran una bequita. Cincuenta duritos y algunos más que mi madre, la pobre, rebañaba de lo poco que había en casa. Y para mí fue un gran descubrimiento”.

-¿Qué descubrió?

“Era el Madrid del año 33. Cuando vino la República, que hizo cosas muy buenas. Yo tuve la fortuna de encontarme al maestro Ortega y Gasset; a Américo Castro… Para qué le cuento… Al maestro Millares, que era paisano; al primer maestro de fonética española, don Tomás Navarro… Era una formación intelectual muy superior. Pero, claro, viene enseguida el dichoso Movimiento y no pude hacer el examen final que debí haber hecho en el 36. Me quedé con la carrera colgada…”.

-¿Cómo recuerda los años tras la Guerra?

“Cuando ganó Franco, esto se acabó… Aquí no hay república ni nada. Yo me tengo que aguantar. Mi padre se murió de pena. Pasamos mucho y no podía irme porque mi madre estába enferma. Entonces, don Elías Serra, pese a que el rector se oponía porque yo era roja, me ofrece dar clases de Latín de primero en la recién creada Facultad. Así que fui a Madrid y me examiné. Comencé a dar clases pese a todo; y así pasaron los primeros años. Pero a mí me avisaron. Me dijeron que ni se me ocurriera presentarme a la Cátedra porque no la iba a sacar nunca. Mi madre murió en 1947 y yo no pude irme a América hasta 1953”.

-¿Cuánto tiempo estuvo en el exilio?

“Estuve 14 años en Venezuela. En Caracas di clases en un colegio y, luego, fui como profesora de Filología, a enseñar fonética, a Mérida. Hice una revista que se llamaba Humanidades. Escribí un libro, Residente en Venezuela, que contaba todo lo que yo había visto. Colaboré con el Gobierno, en la recopilación de las obras completas de Andrés Bello. Unos cinco volúmenes estuvieron a mi cargo. Y cuando me dieron el año sabático, fui a Oxford con una ponencia sobre cómo se escribe el castellano en Venezuela…”

-¿Cómo se produce el retorno?

“Pedí un permiso en la Universidad de Mérida y fue cuando tuve el problema de la retina. Y ya no pude volver. Me compré un pisito en Madrid, que es de lo que vivo. Yo no tengo pensión, ni nada. Pero yo no quiero nada de Franco, ni siquiera el auxilio social. Me quedé en Madrid, que ha sido para mí una maravilla porque me enseñó a ser una persona. Pero los años se me montan encima y desde el 99 vivo en la casa de mi sobrino, el sabandeño”.

-Hablamos un poco de política…

“Eso para mí es difícil. Me alejé voluntariamente de la política y la clave está en esta novelita que me han reeditado, Otra vez…. Si no viene la Guerra, no hubiera hecho tanta investigación. En las obras de creación, con Franco, a mí se me veía el plumero. La investigación ha sido mi escape. Estuve siete años sin escribir una letra. Tenía miedo. Pertenezco a la generación del silencio”.

-¿Y ahora?

“En estos momentos, a mí hasta las izquierdas me han desilusionado. Ya no son las mías. Como decía Zubiri: somos los mismos, pero no lo mismo”.

-Sí, pero usted vive pendiente de la actualidad…

“Sí, pero negativa y con miedo. Me preocupan mis sobrinos y especialmente sus hijos y los hijos de sus hijos. La guerra de Irak es un disparate y ha fomentado el terrorismo. Yo no sé cómo va a salir Estados Unidos de este problema, al que ha arrastrado a todo el mundo”.

-¿Qué piensa de España?

“En España, estoy al lado de Zapatero. No soy una militante, pero mis ideas son socialistas. La gente de derechas a mí siempre me ha dado miedo. Son fundamentalistas en el fondo. Son intolerantes”.

-¿Qué opina de Hugo Chávez?

“De Venezuela perdí el contacto. Los venezolanos son muy buenos, pero no escriben. Pero sí sé que los que pueden se están yendo. Este muchacho, este Chávez, tendrá buenos deseos, pero no sabe…”.

-¿Y Canarias?

“El problema de la política en Canarias es que hay demasiadas tribus. Ya don Miguel de Unamuno habló en su momento del isloteñismo. Y también lo han hecho los grandes poetas de Las Palmas. Esto es una tierra pequeña. Una tierra pequeña siempre ansía una tierra grande. Hay dos tipos de canarios. El extrovertido y el introvertido. Para el extrovertido, el mar supone la marcha. Para el introvertido es una gargantilla de olas; está contento dentro y no hay más tierra que la suya, pero siempre está empequeñecido. Don Benito Pérez Galdós, con veinte años, inventó nada menos que el Madrid de Galdós, pero no volvió a Canarias”.

La cultura y los grupitos

María Rosa Alonso tiene un diagnóstico claro sobre la realidad cultural de las Islas: “Yo creo que no está mal. Hay muchachos que están bastante bien. Aquí tenemos poetas como Carlos Pinto, como Maccanti. Y en Las Palmas también hay muchachos que han estado bastante bien…Y eso que se nos ha muerto Padorno, que era un gran poeta; se nos ha muerto Feria, que era otro gran poeta.. .Pero tenemos gente bastante buena. En relación con la actividad cultural, afirma que “El Ateneo con su presidente, la Económica, con lo que llaman la Tertulia de Navas” ofrecen actividades interesantes. “Yo las oigo cuando puedo, cuando me llevan. A veces paso magua”. Su pena es el Instituto de Estudios Canarios del que se considera una de las impulsoras. “Yo ayudé a crearlo y no ha sido lo que yo esperaba. Aquello se me desgorrifó, porque fue víctima, como yo, de la República”. Sin embargo, pese a que, según explica, el testigo fue a parar a manos de gente de derechas y “ahí yo ni corto ni pincho nada”, también admite que se hacen buenas cosas. “Tiene una revista muy buena que hacen Martinón y Sánchez Robaina, dos chicos muy valiosos. Yo tengo muchas esperanzas en ellos”. Otros traba jos que consideran interesantes son los que “se están haciendo en lingüística, por ejemplo el que está realizando Ángeles Álvarez”. Pero hay un pero: “El problema es que cada uno está haciendo lo que se está haciendo en su grupito, como en la política”.

Esta entrevista fue publicada el 4 de octubre de 2004 en DIARIO DE AVISOS.