La adolescencia es una etapa extraña. EnvÃas cartas llenas de purpurina a tus amigos, llenas tu carpeta con tus amores platónicos o Ãdolos deportivos, escribes poesÃas de amor, escuchas canciones de amor y te haces cientos de fotos que luego quieres quemar cuando las ves diez años más tarde. Todos la vivimos de manera diferente pero hay cosas que casi todos hicimos durante aquel periodo.
Y da igual que las niegues porque siempre estarán tu hermano mayor o tus propios padres para recordártelas. Una de esas cosas es la de colgar posters en las paredes de nuestra habitación. Mi hermano, él de adolescente y yo de niño, tenÃa su lado de nuestra habitación repleto de posters y pequeñas fotografÃas de grupos y artistas musicales como Led Zeppelin, Bob Dylan, Deep Purple o The Who, entre otros.
Eso, de pequeño, o te traumatiza o te convierte en músico. O las dos cosas, que fue lo que me pasó a mÃ. Yo, por mi lado, tenÃa unos cuantos que giraban básicamente entre mis tempraneros Ãdolos de la música y el baloncesto. Las chicas de mi edad tiraban más por cantantes como George Michael o Ricky Martin (hay que ver las vueltas que da la vida) y por Ãdolos del cine y la televisión como Tom Cruise y el muchacho aquel de Sensación de vivir. Mientras, los mecánicos y los camioneros, pioneros en este arte decorativo, preferÃan a mujeres con talentos tan notables como los de Samantha Fox o Sabrina Salerno.
Hoy, tanto chicos como chicas tienen como Ãdolo de cabecera común a Cristiano Ronaldo que, con sus pendientes de brillantitos en las orejas, su camiseta de Armani y ese rosario al cuello, ha creado ese nuevo look de ligón de parque marÃtimo. Paradójicamente, Cristiano comparte la pared adolescente actual con un tipo aún más blanco que él: el protagonista de Crepúsculo.
Y no te rÃas porque tú también tenÃas colgado a alguien en tu pared.