El mundo al revés. La ilusión de la pretemporada se ha convertido para muchos equipos tinerfeños en un vía crucis en pleno mes de agosto. Conjuntos históricos como el Voleibol Tenerife, el Martiánez de waterpolo o el Patín Tenerife dicen adiós tras una brillante e intachable trayectoria deportiva. Mientras el deporte chicharrero vive su particular e injusta sangría, que no tinto de verano, el viceconsejero de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Alberto Delgado, considera un hecho “lamentable” la desaparición de los citados equipos, algunos con 41 años de historia, como el Patín Tenerife. ¡Y ya está! Ahí se acaba todo. Una declaración política más. Vacía, sin contenido y, sobre todo, sin alma. Hubiese hecho falta más corazón y sensibilidad hacia equipos grandes del deporte canario, español y europeo como los citados a los que se dejó morir simplemente mirando hacia otro lado y dejándolos solos cuando más lo necesitaban. Desde luego, como dice Delgado, “hay preocupación”, pero no porque en el trasfondo de todo siempre “son los problemas económicos” los que mandan, sino porque cuando un político confunde el deporte con un festival es que algo está fallando.