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Dopaje de animales de competición

   

El propietario preparación de la yunta antes de la carrera.| DA

JORGE GONZÁLEZ | La Laguna

Ciclismo y atletismo son los deportes en los que más repercusión viene teniendo el dopaje a lo largo de la historia. En los últimos años son en los que hay más deportistas sancionados y en los que más casos salen a la luz. Es un mal conocido desde hace décadas, aunque es ahora cuando numerosos exciclistas y exatletas declaran haberse dopado en su carrera deportiva, y que no fueron detectados porque era otra época. La pregunta es si la trampa del dopaje va a seguir siempre o si se conseguirá erradicar con leyes contundentes.

La biotecnología, los progresos en los sistemas de control y la lucha para persuadir y sancionar a los tramposos buscan un deporte sano y limpio. A pesar de las campañas antidopajes, cada vez se descubren más deportes donde el doping cobra protagonismo, incluidos aquellos en los que intervienen animales.

El arrastre de ganado es una competición que se practica de forma muy arraigada en Canarias y también en el País Vasco. En las Islas, el arrastre consiste en un recorrido de ida y vuelta de setenta metros, con un peso que va de los 1.600 a los 2.600 kilos, ganando la yunta que lo haga en menos tiempo. En la comunidad peninsular ocurre a la inversa, se lleva a cabo el arrastre de un determinado peso, durante un tiempo de media hora, y gana quien haya recorrido más distancia en ese tiempo. A pesar de que el arrastre de ganado no ha dado a conocer casos de positivos por sustancias dopantes de los animales, se ha instaurado la prevención ante malas prácticas para evitar que la tentación del doping contamine este deporte. Otro elemento disuasorio es que, en Canarias, es un deporte regido por la ley de protección animal.

Dicha ley dice que “se ha de garantizar el mantenimiento y la salvaguarda de los animales domésticos en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Canarias”. Así, el objeto de esta ley es “la determinación de las atenciones mínimas que deben recibir los animales domésticos, específicamente los de compañía; la regulación de la utilización de animales en aquellos espectáculos, fiestas populares y actividades deportivas o recreativas que impliquen crueldad; las condiciones para la cría, venta y transporte de animales, al igual que su inspección, vigilancia y obligaciones de los poseedores o dueños, y de los centros de recogida o albergues, regulándose las instalaciones para su mantenimiento temporal”.

El presidente de la Asociación de Ganaderos de Tenerife (Agate) y también de la Federación Canaria de Arrastre, Pedro Molina, dice que “no se puede demostrar que un animal tenga sustancias prohibidas, básicamente porque no hay un listado que recoja dichas sustancias”. Pero eso no impide que, “si vemos una vaca o un toro demasiado sobreexaltado, procedamos a la retirada de la competición de este animal y a la consiguiente sanción para el ganadero”. El arrastre de ganado es un deporte autóctono que no genera grandes beneficios. Ello no impide que Agate haga los controles que sus medios humanos y materiales le permiten, como el “análisis de la leche, en los ganaderos que tengan vacas de leche, y el análisis visual hecho por los veterinarios de la Federación en todas las pruebas”, añade Pedro Molina.
En esta modalidad deportiva, la competición suele ser en un circuito con una longitud que oscila entre los 210 y los 1.100 metros; es lo que deben recorrer los perros. Las carreras de galgos no gozan de seguimiento mediático, como ocurre con las de caballos, a las que se les dedican retransmisiones en directo. A pesar de la escasa proyección social de las carreras de perros, se conocen casos de positivos por dopaje. Por ello, la Federación Española de Galgos elaboró una lista de sustancias dopantes aprobada por Resolución el 21 de diciembre de 2006 y publicada en el Boletín Oficial del Estado.

Como en los deportistas, existen controles de orina y de sangre realizados por los veterinarios oficiales de cada competición. La vigilancia intenta evitar la adulteración o sustitución de las muestras. Los controles tienen lugar en época de competición y se realizan por sorteo, salvo que haya sospecha de que algún animal en concreto haya podido ser dopado por su dueño.

Según los veterinarios José Ignacio Vargas Herrero y Alba Saravia Rodríguez, encargados respectivamente de las competiciones en comunidades autónomas con tradición, como es Castilla-La Mancha y Castilla y León, “no ha habido casos muy numerosos de dopaje, pero los detectados han sido normalmente por sustancias antiinflamatorias”.

En caso de confirmarse el dopaje, las sanciones son para los perros y para sus propietarios. El animal queda eliminado de la competición y sobre el propietario recaerá una sanción de dos años sin participar. José Ignacio Vargas indica que “no hay sanción económica, ya que es un deporte semiamateur”. Tampoco hay sanción de dos años para los galgos, porque “tienen una vida deportiva corta”, aclara.

En Canarias existe una gran despreocupación e indiferencia por este asunto. Quizá por eso los colegios de veterinarios de Santa Cruz de Tenerife y de Las Palmas no han querido atendernos al querer saber cuál es la incidencia del dopaje en los deportes con animales practicados en el Archipiélago.

*Reportajes elaborados en colaboración entre las Aulas de Cultura Digital de la
Universidad de La Laguna (Acudi) y DIARIO DE AVISOS