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NOMBRE Y APELLIDO > POR LUIS ORTEGA

Norma Jeane Baker

   

Un amigo mitómano me envió una foto donde su talla modesta y su sonrisa de oreja a oreja lucen al lado de una giganta bella y sensual, el mito erótico de la pasada centuria y, contra todo pronóstico, llamado a prolongar su reinado en este joven y aporreado siglo XXI. Marilyn Monroe (1926-1962), la rubia más famosa de la historia, devoró a Norma Jeane Baker y nada ni nadie ha podido hasta hoy ensombrecer su aureola, basada en una explosiva anatomía, una filmografía de treinta y dos títulos (algunos de relativa calidad como Monkey business, 1952; Gentlemen prefer blonder, 1953; La chica, 1955; Bus stop, 1956; The prince and the showgirl, 1957; Let’s Make Love, 1960) dirigidos por Fritz Lang, Billy Wilder, Joseph L. Mankiewicz, John Huston, George Cukor, entre otros; varias nominaciones y sólo dos premios (el David de Donatello en 1958, por su trabajo con Lawrence Olivier, y el Globo de Oro de 1960, por la comedia musical por Some like it hot) y una treintena de biografías y otros ensayos sobre su existencia tormentosa y triste. A los cincuenta años de su divorcio del dramaturgo Arthur Miller y ya en la espiral autodestructiva de alcohol y drogas, que acabaron con su vida, el Ayuntamiento de Chicago le dedicó un curioso homenaje con la instalación de una escultura de Seward Johnson de ocho metros de altura y diecisiete toneladas de peso, instalada en Pioneer Court, en la avenida Michigan, que ha revolucionado a los vecinos y visitantes de la tercera ciudad con mayor número de población -tras Nueva York y Los Ángeles- de Estados Unidos. Mientras que particulares y sociedades critican la iniciativa “por su mal gusto y machismo”, los comerciantes y los ciudadanos del común la defienden como un estímulo para el turismo y un recuerdo a un personaje inolvidable que, desde su nicho en el Memorial Park angelino, no deja de generar comentarios y rentas. El famoso traje blanco utilizado en La tentación vive arriba -con el que aparece en la aparatosa falla, nacida con el indulto del fuego- se subastó en tres millones doscientos mil euros y por una cripta a su lado en el corredor del mausoleo se pagaron más de cinco millones de dólares. A esta acción, tan elogiada como denostada, le han salido novios, a tal punto que numerosas ciudades, grandes y medianas, se han puesto en cola para acoger temporalmente la imagen y algunas para albergar, “de aquí a la eternidad”, las faldas levantadas de la diva por el aire que escapa de la rejilla del metro.