X
POR PETENERAS > POR RAFAEL ALONSO SOLÍS

El color del voto

   

La contradicción entre una artesanía económica que no entendemos y una carpintería política en la que no confiamos alienta, inevitablemente, el pesimismo. Por un lado, o los magos de la calculadora -que lidian con poca brillantez una fiera de embestida imprevisible, acosados por conceptos desconocidos por los mortales hasta hace dos días- no saben un pijo de lo que hablan y, además, nos engañan, o somos tontos e incapaces por constitución para comprender por qué el aumento o la disminución de peso de los billetes de banco produce el mismo efecto sobre la salud, según en qué circunstancias y dependiendo del arte natural del carnicero.

Por otro, vemos con preocupación que estamos gobernados -o vamos a estarlo- por profetas irredentos, por maestros del carisma de salón, capaces de hacer que el sol salga de frente o de lado ante su voz de mando, de crear millones de empleos con un simple guiño, o de estimular la economía -otra vez esa dama petulante, a la que nadie ha visto el rostro de cerca, y de la que nadie conoce la tersura o aridez de su piel- en respuesta a un fugaz movimiento de manos. Si la conclusión es que la politica sirve de poco, y que la relación entre la crisis y los responsables de gestionarla es equivalente a la de la gripe y los médicos -es decir, que sin la intervención de los segundos se cura en una semana, y sin ellos dura tres días-, habrá que ir pensando seriamente en ponerles a trabajar en algo más productivo. A estas alturas, resulta ridículo que la discusión entre los bandos pueda caer en la simplicidad de tratar de diferenciarse por la marca de partida, que la creación de puestos de trabajo sea algo sencillo de conseguir, cuya receta todos conocen, pero que ninguno pone en práctica porque no le dejan, o que la subida o bajada de impuestos pueda producir los mismos efectos sobre los servicios públicos disponibles.

Ha llegado el momento de exigirles que expliquen con claridad, no los deseos intangibles con los que llenan las páginas de los panfletos de propaganda, sino los mecanismos que van a utilizar para alcanzar los objetivos proclamados en cada caso, los procedimientos a seguir, los detalles del impacto de cada acción ejecutable, y las respuestas previstas para adaptarse a las contingencias. Y si no lo hacen, ya es hora de que todos votemos en blanco, y luego exijamos que contabilicen esos votos.