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ÁNGULO 13 >

Las jóvenes espectrales de Tenerife

   

POR JUANCA ROMERO HASMEN >

Alguna vez hemos escuchado historias llenas de misterios e ingredientes que superan las luces de lo razonable y explicable. Narraciones que surgen desde el subconsciente colectivo y que poco a poco a lo largo de los años han ido calando en el sutil tejido de la memoria popular, en esos rincones que solo ven la luz cuando hay que ganar adeptos durante la narración de un cuento que impida o complique el sueño.

Ya sean simples leyendas urbanas, historias inventadas, fruto de lo inexplicable o una realidad poco palpable, las apariciones espectrales están presentes en prácticamente todas las sociedades de nuestro planeta, y a pesar de lo que se pueda pensar, éstas hacen acto de presencia de forma anárquica, sin utilizar como premisa el uso de estupefacientes o cualquier psicotrópico que altere el estado normal de la consciencia. Cierto es que en determinadas culturas étnicas, tribales, el uso de sustancias como la ayahuasca o el peyote, conducen a los consumidores y presentes hasta un estado de alteración que roza los límites del soporte humano, estableciendo contacto con realidades paralelas, quizás habitadoras de sus propias mentes.

Pero no es el caso que nos ocupa. Las apariciones espectrales aunque no reconocidas por la ciencia ortodoxa, si que están catalogadas por la que se denomina parapsicología, estableciendo incluso diferenciación entre uno u otro tipo de apariciones en función de la casuística y morfología que la conforman. Así pues, tendríamos que diferenciar entre aparición espectral y aparición fantasmal. Siendo breves en la explicación, diríamos que un espectro es una aparición generalmente con morfología humana, que completa o incompletamente se manifiesta de forma más o menos nítida y que en ninguno de los casos interactúa con nosotros, desarrollándose la escena como si simplemente ejerciéramos de espectadores de una película ajena a nuestra realidad. En cambio, las apariciones fantasmales son aquellas en las que el ente si interactúa con nosotros de forma sutil (una mirada, roce o movimiento), o de forma enérgica (empujón, ademanes de atención etc.).

Una vez delimitados los términos y aseverando que no se debe hacer nunca dogma de fe con estas cuestiones de difícil demostración, vamos a fijar nuestra atención en algunos expedientes de apariciones en la isla de Tenerife, y siendo más concretos y no por nada en especial, en apariciones de féminas que llaman la atención desde el lado paralelo de la realidad. La niña de la garita, el espectro de Catalina Lercaro, la chica de la curva o la niña de las peras, son algunos de los ejemplos que vamos a conocer.

La niña de la Garita

Conocida así por el lugar en el que supuestamente se aparece, es quizá uno de los casos de apariciones más documentadas que se posee. La situamos en las inmediaciones del aeropuerto de Los Rodeos, concretamente en torno a una de las garitas de vigilancia del pequeño acuartelamiento de Las Raíces, colindante con la base militar de Los Rodeos. Desde hace algunos años hemos podido recoger diferentes testimonios, algunos de ellos directamente desde el estamento militar, en los que se afirma haber presenciado como una niña pequeña, de aproximadamente 5 o 7 años de edad, se pasea junto a una de las garitas de vigilancia. El cabo Carlos Martín, durante su estancia en este acuartelamiento mientras hacía el servicio militar en el año 1990, afirma que una noche tras repartir a la guardia por el perímetro del cuartel, uno de los soldados salió co rriendo de la garita diciendo que había visto la figura de lo que parecía ser una niña de corta edad, que además iba acompañada de un sonido de llanto. Los testimonios de primera mano no son habituales de obtener, y cuando esto aparentemente sucede, es porque a la persona afectada le puede un gran sentimiento de descarga, la necesidad de contarlo para que algo dentro de él quede liberado de una pesada losa.

La chica de la curva de Tenerife

Se ha convertido sin lugar a dudas en el mayor exponente de las leyendas urbanas. Cuenta esta historia que en una carretera más o menos apartada y a altas horas de la noche, una joven aparece en uno de los márgenes de la vía, aparentemente inmóvil, con gesto lastimero y que de forma repentina se desvanece tras pasar a su lado con nuestro vehículo. Siguiendo la pista de esta increíble historia, hemos podido localizar al menos dos puntos concretos en la geografía insular, que para no generar despistes en la conducción, diré simplemente que uno de ellos está en un tramo de vía que hay en la carretera comarcal que une el municipio de La Laguna y el de Tacoronte, y el otro de ellos en una carretera del municipio de Arona. Es en el primero de estos tramos de carretera donde Dolores P. R., profesora jubilada, afirma haber visto a esta extraña mujer. De esto hace ya más de 10 años y ocurrió en verano. Serían las once y media de la noche cuando iba sola en mi coche dirección a Tacoronte, de regreso a casa. Al pasar por esa zona donde los árboles parece que tapan la carretera, en el lado derecho de la carretera vi a una chica de unos 25 años, que estaba quieta en el arcén, lo único que hizo fue mirar mi coche al tiempo que pasaba junto a ella. A mí me dio miedo, porque no era normal que estuviera allí. Lo primero que pensé es que sería una desequilibrada que se había escapado o algo así. Lo que no voy a olvidar nunca es como al dejarla atrás y mirar por el retrovisor, no sé por qué, desapareció sin más.

Catalina Lercaro

De quién ya hemos hablado en alguna ocasión en esta misma página, es la protagonista de una de las leyendas con más penetración social en las islas. Dice la leyenda que decidió suicidarse al enterarse que tendría que tomar matrimonio con un hombre al que ella no quería. Decidió tirarse al pozo de la casa y a partir de aquel funesto día, dicen las historias que se cuentan, que se aparece por los pasillos del que es actualmente el Museo de Historia y Antropología de Tenerife.

Y es que en este caso, la casuística anómala o extraña es realmente alta. No son pocos los visitantes del inmueble y personal de seguridad del mismo, que afirman ver en el pasillo que une la antigua cocina de la casa con el resto de estancias, lo que parece ser la figura más o menos definida de una mujer de corta estatura que se desplaza de forma fugaz y sin aparente interacción con lo que le rodea. La supuesta pobladora de la Casa Lercaro a día de hoy, continúa manifestándose sin que nadie haya logrado obtener una prueba que evidencie su existencia y calle las bocas de los más escépticos, con lo que irremediablemente hay que encasillarla en el cajón de las chicas de leyenda.

La niña de las peras

Es quien cierra este pequeño listado de las féminas aparecidas en la isla de Tenerife. En los primeros años del siglo XX, en el municipio de Güímar, una pequeña se dirige al barranco cercano a buscar fruta para llevar a su casa para la hora de la comida. Al llegar al lugar, un ser alto, irradiador de luz blanca, como proveniente de su interior, la toma de la mano y la lleva hasta el interior de una cavidad que había tras unos matorrales. Allí, otros seres como aquél estaban explorando rocas, plantas, agua… Al cabo de un rato, el mismo ser extraño la acompaña hasta la salida y se despide de ella. Dice la leyenda que al llegar la niña a su casa, se encontró con una señora mayor, con mirada triste que al verla grito: ¡hija mía! Dice la leyenda que esa mujer envejecida era su propia madre, que llevaba treinta años esperando el regreso de la niña. Para la sociedad habían pasado tres décadas cuando para la pequeña tan solo había transcurrido poco más de treinta minutos. Como podemos comprobar, se trata de una entrañable leyenda con ingredientes realmente insólitos. ¿Será la niña quien en la actualidad se manifiesta en el seno del Barranco de Badajoz, en forma de esferas luminosas y sonidos extraños? Sobre este mágico e interesante lugar ya hablaremos de forma exclusiva en una próxima ocasión.

Como hemos comprobado, y sin perder el norte de lo que son simplemente historias que se cuentan, las apariciones espectrales pueden ser explicadas por un experto en psiquiatría o por un conocedor de cuestiones más paracientíficas, están presentes en la sociedad actual al igual que ya ocurriese décadas y siglos atrás. Sea realidad o sea ficción, son pocas las personas que querrían ser protagonistas de primera mano en un acontecimiento de este tipo, y aunque ellas, las jóvenes espectros de nuestra isla sigan vagando entre nosotros, no debemos olvidar jamás que no todo lo que no es normal es paranormal, simplemente permanece a la espera de que un día se pueda explicar bajo el amparo de lo metódico y lo racional.