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Quién nos iba a decir hace tan solo cinco años que la globalización que pedíamos muchos desembocaría en este panorama crítico, contundente, de la economía occidental. Quién hubiera podido intuir entonces que esa expectativa iría a darse de bruces con la realidad del fin de una inercia que distanciaba inexorablemente la riqueza de la pobreza, al primer mundo del tercero.

Cómo podíamos haber pensado en 2007 que esa pretensión de elevar los niveles de solvencia de los desheredados hasta los nuestros se convertiría precisamente en todo lo contrario, en un ajuste de igualación a la inversa de las capacidades de consumo terrestres.

Cómo íbamos a seguir aspirando a continuar con el ritmo de gasto de unos recursos precisos que nos colocaban al borde de la sostenibilidad de la naturaleza y evitar, sin injusticias, que el crecimiento imparable de una cuarta parte de la Humanidad nos situara en proporciones tan suicidas como para necesitar para el año 2030 dos planetas que aplacaran nuestras sofisticadas exigencias de ahora mismo.

Cómo íbamos a pretender eternizar la certeza ineludible de que una tercera parte de la población mundial viva en pleno siglo XXI con un euro por persona al día, que mil millones sean analfabetas, que otros tantos millones no lleguen a los 40 años, que otros 120 millones de seres humanos no tengan acceso a agua potable o que 158 millones de niños sufran algún grado de desnutrición.

Quién en su sano juicio podría dormir por las noches siendo consciente de que en menos de 20 años desaparecerán los recursos marinos o que casi mil millones de almas se acuestan en nuestra misma morada cósmica para intentar descansar sin nada en sus estómagos.

Quién podría seguir levantándose cada mañana sin remordimientos sabiendo todo esto y que, encima, nuestra civilización invierte más de 1.500 billones de euros al año en armamento y ejércitos en todo el orbe, unos 220 euros por cada uno de nosotros, o que hay iluminados voraces, por no decir infelices depredadores, con fortunas personales equivalentes al presupuesto de todo un estado con decenas de millones de habitantes.