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María Rodríguez: “Sin ilusión y motivación no podemos levantarnos”

   

“Mi marido y yo veíamos el teatro no solo para aquéllos que querían dedicarse profesionalmente a esto, sino también para las personas que querían usarlo en su vida como una terapia” señala la periodista, actriz y directora de Timaginas Teatro
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“Mi marido y yo veíamos el teatro no solo para aquéllos que querían dedicarse profesionalmente a esto, sino también para las personas que querían usarlo en su vida como una terapia” señala la periodista, actriz y directora de Timaginas Teatro

POR INM MARTOS FOTOS DE FRAN PALLERO | Santa Cruz de Tenerife

La periodista, actriz y directora de la academia Timaginas Teatro, María Rodríguez Ortega, no para. ‘El Castigo sin venganza’ fue elegida por una universidad estadounidense como ejemplo del uso del verso para difundir el teatro. Asegura que “El teatro es una vía para reponer fuerzas para afrontar la vida”.

-¿Cuándo supo que quería ser actriz?

“Desde muy pequeña he estado vinculada al teatro y he pertenecido a diferentes grupos. Luego, cuando me fui a Madrid a estudiar periodismo, monté mi propio grupo de teatro universitario y a partir de ahí desarrollé la carrera teatral y la de periodismo al mismo tiempo. En Madrid había encontrado mi sitio, conocí a mi marido, que también es actor y trabajaba en Antena 3”.

-¿Por qué decidieron regresar a Tenerife?

“La verdad es que me costó la misma vida, venirme para acá, pero cuando tuvimos niños la vida en Madrid se hacía muy complicada, por las distancias, tenía que dejar al niño muchas horas solo y yo lo llevaba fatal. Así que decidimos venirnos para tener una mejor calidad de vida. Aquí, en un principio, estuve trabajando en el gabinete de prensa de la Fundación Empresa Universidad de La Laguna, hasta que ambos decidimos montar la academia”.

-¿Cómo surge la idea de crear Timaginas Teatro?

“Armando, mi marido, y yo, decidimos montar la academia, fundamentalmente porque veíamos el teatro no solo para aquéllos que querían dedicarse profesionalmente a esto, sino también para las personas que querían usar el teatro en su vida como una terapia. Para mejorar la forma de hablar el público, para ejercitar la memoria, para quitarse el estrés. A mí el teatro me ha salvado la vida siempre. Por ejemplo, cuando vivía en La Palma para desarrollarme culturalmente, cuando llegué a Madrid fue mi vínculo de relación para establecerme allí, para sentirme segura, para crear contactos… y cuando llegué a Tenerife, y pude montar esto, me cambió la vida. El teatro tiene la capacidad de cambiar la vida a las personas. Eso que habíamos descubierto del teatro, era importante compartirlo con los demás. Yo creo que la gente cuando conoce el teatro y se mete de lleno en ello, se da cuenta de los beneficios que tiene para su vida”.

-¿Cuál es el objetivo de la academia?

“Nos planteamos la academia como un lugar para impulsar y recuperar el teatro clásico. Lo que hicimos en un principio fue hacer teatro de calle, para que la gente nos viera y nos conociera, con la vocación de acercar, sobre todo a niños y jóvenes, el teatro. Hemos representado la función Piratas más de 150 veces y la han visto más de 15.000 niños en Canarias”.

-¿Por qué teatro clásico?

“Es lo que menos se hace y queríamos acercarlo a los jóvenes porque entendemos que la cultura es muy importante. El teatro clásico es la base de todo, como la madre, y el que aprende y sabe hacer teatro clásico, luego puede hacer lo que quiera. Tiene un componente más difícil por la escenografía y el vestuario que requiere, pero tiene la capacidad de transportarte a una época distinta a la que vivimos, con un componente de magia, de ilusión, de recuperar valores como el honor, que parece que ya están fuera de contexto. La naturalidad y la transmisión de los sentimientos es la misma para el teatro clásico que para el moderno, pero nos transportamos a una época en la que se caminaba de una manera, la gente de cada clase social, tenía su forma de comportarse…”

-¿Con qué tipo de personaje se siente más cómoda?

“Con las criadas. Se empeñan en darme papeles de dama, pero a mí lo que me gustan son las criadas. Me parece que son versátiles, divertidas y pizpiretas. Me sale el rejo alcahuete. Yo en Madrid representaba a doña Inés y ahora represento a doña Brígida que es su criada y además, es malísima”.

-¿Cuál va a ser su próximo proyecto?

“Con la compañía estamos preparando La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, en la que yo haré de Bernarda. También hemos montado El castigo sin venganza de Lope de Vega, que lo vamos a representar ahora en el Ateneo de Madrid, toda la semana de Carnaval, desde el 11 al 16, para difusión de teatro clásico en la capital. Esta obra, que estrenamos aquí en abril del año pasado, fue seleccionada junto con otra de una compañía de Salamanca, por una universidad de Estados Unidos, por ser los únicos en mantener el verso para difundir el teatro a los escolares. Generalmente, las compañías, para ponerlo más sencillo a los niños lo que hacen es adaptaciones del verso a prosa. Nosotros hemos mantenido la obra fiel, aunque le hemos insertado otros elementos que la hacen más divertida, o que la dulcifican, para los más pequeños, pero sin tocar los textos del autor, que son brillantes”.

-Defiendes los beneficios del teatro para la vida…

“Para la gente que está deprimida, que tiene estrés, vergüenza, o para niños con problemas es muy beneficioso. En la academia tenemos niños que nos envían los psicólogos por los beneficios que les reporta el teatro.Aquí se aprende a expresarse, se ejercita la memoria, se aprende a impostar la voz y todo eso no es que sirva para ser actores, sino para la vida: para defender un examen oral, para hacer una reclamación, para expresar los sentimientos a los seres queridos… Yo creo que en los colegios se deberían utilizar más los elementos del teatro para impartir algunas asignaturas. La gente que necesita tener una ilusión, una realización, que necesita quitarse las penas… Esto te hace olvidarte de las penas. Nos han quitado casi todo, pero la ilusión no nos la pueden quitar. Sin ilusión y sin motivación no nos podemos volver a levantar. El teatro es una vía para ilusionarse para reponer fuerzas para afrontar la vida”.

-¿Cuál es la edad óptima para empezar en teatro?

“Nosotros tenemos incluso a niños de cuatro años, pero hay nueve grupos organizados por edades, desde los de cuatro y cinco años hasta los alumnos de 60. Es una horquilla bastante amplia. En los niños tiene mucha aceptación porque al fin y al cabo el teatro es un juego y quién mejor que los niños para jugar. Yo juego a que te cuento una historia y tú juegas a que te la crees. Los niños están mucho más conectados con el juego que nosotros, nos cuesta mucho más”.