Traspasar las fronteras culturales

El inmueble presenta unas características arquitectónicas muy nobles, según los especialistas museísticos. / MOISÉS PÉREZ

GABRIELA GULESSERIAN | Puerto de la Cruz

Divulgar el patrimonio pero, a su vez, “dejarse educar” por la población, haciéndose eco de sus inquietudes, necesidades y también valores. Esta es la filosofía del Museo Arqueológico de Puerto de la Cruz, que abrió oficialmente sus puertas el 29 de mayo de 1991 como consecuencia de un reclamo popular del cual el Ayuntamiento de esa época se hizo eco.

Esta realidad ha condicionado desde entonces su forma de ser, hacer y relacionarse con los diferentes sectores sociales. “Siempre supimos que íbamos a ser algo más que un museo al uso porque había que responder a las fuertes implicaciones de la vida social, educativa y cultural de la ciudad”, asegura su directora, Juana Hernández Suárez.

Eso derivó en un modelo de trabajo basado en el trato directo y personalizado con diferentes grupos de la población. Así, en el año 2000 se creó el Beñesmén, una alternativa de ocio educativo en los meses de verano para los niños cuyos padres trabajan y no tienen dónde o con quién dejarlos y que ha resultado un éxito en estos 12 años.

Otro de los colectivos beneficiados es el de las mujeres. En este caso, se imparte un taller de alfarería que lleva el nombre de Sara Cabrera, una mujer muy comprometida con su tierra y su gente y especialmente empeñada en la conservación de la alfarería tradicional canaria. La peculiaridad de este proyecto es que se les ofrece a las participantes un servicio de guardería, en el caso de que tengan hijos menores de cinco años, de manera que puedan asistir sin problema. Una modalidad que también se repite en otras actividades destinadas a adultos que tengan cargas familiares.

En lo referente a la acción social, no hay muchos museos que trabajen este aspecto, recalca Hernández. Han realizado talleres ocupacionales para personas con diversidad funcional.

El patio interior alberga exposiciones de todo tipo. / MOISÉS PÉREZ

Pero como los responsables del museo consideran que “es posible hacer cosas en común en igualdad de condiciones”, han dado un paso más y los viernes se desarrolla un taller de cortometrajes, de carácter lúdico, destinado a todo tipo de público. Impartido por dos colaboradores y con actividades fuera y dentro del recinto, sus participantes han experimentado “una evolución” pasando de producir cortos de un minuto y medio, a series.

“Nuestro objetivo inicial de ofrecer alternativas para determinados colectivos se ha convertido en un compromiso, porque una vez que conoces la realidad que viven, se ayuda a la integración real”, puntualiza la directora del centro.

A todo ello hay que sumarle la cooperación con las distintas áreas municipales debido a la necesaria optimización de recursos frente a la actual crisis económica, pero que a su vez ha abierto una línea de acción educativa-formativa que ha posibilitado diversos proyectos.

Entre ellos, se encuentran Basurillas, para enseñar técnicas de reciclado y reutilización de desechos domésticos; Este es un buen lugar para leer, una actividad con motivo del Día Internacional del Libro, o La noche del museo viviente, consistente en diversos juegos de competición cuyo fin es poner en contacto a los habitantes de los distintos barrios de la ciudad. Asimismo, la entidad se ha adherido al Plan de Excelencia Turística del Valle de La Orotava y a las rutas volcánicas de Tenerife, una iniciativa del Cabildo.

Pese a la gran labor que realiza la institución y a su empeño por adaptarse a los nuevos tiempos, su futuro es incierto, sobre todo por razones económicas.

Siempre han trabajado “con presupuestos ajustados” pero este año “el recorte es drástico”, asegura Hernández. Y cita como ejemplo que han pasado de una media de entre 20.000 y 30.000 euros para actividades en los últimos cinco años mientras que en 2013 solo disponen de 7.000 euros “para todo”, excepto los sueldos.

Ella confía en que el trabajo de todos estos años pueda continuar. Entre otras cosas, porque el museo, nacido de la “auténtica voluntad popular”, no puede disolverse por culpa de la crisis ni tampoco quedar en el olvido.

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NACIMIENTO Y SEÑA MUNICIPAL

Aunque fue el 29 de mayo de 1991 cuando oficialmente abrió sus puertas, la institución tiene detrás una historia de lucha de más de 30 años vinculada a la sala de Arqueología Canaria, creada en el año 1953 por el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC). A pesar de que solo permaneció abierta cinco años, fundamentalmente por motivos económicos, contribuyó al estrecho vínculo que se dio entre la población de Puerto de la Cruz y su patrimonio arqueológico. Un hecho importante fue que en los años 80 se le decidiera conferir el carácter de fundación pública municipal. No obstante, pasó una década hasta que se compró el actual inmueble, ubicado en la calle El Lomo de la ciudad turística. Se convocaron las plazas y el museo finalmente se inauguró el 29 de mayo de 1991.

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