X
SOBRE EL VOLCÁN >

Una nube de plegarias – Por David Sanz

   

Hay lugares que esconden una magia especial. Son espacios que hacen sentir de verdad, algo de lo que nos hemos olvidado en una sociedad cada vez más marcada por las prisas y el horror al vacío. Misticismos al margen, en estos rincones parece que fluye una especie de trascendencia, donde el ser plural y diseminado que somos se reconcilia en una totalidad cargada de sentido. Uno de esos lugares es Las Nieves y su entorno. Ya los aborígenes encontraron en esta atalaya un espacio mágico, donde realizaban sus ritos religiosos. Luego llegó el catolicismo e implantó el culto a la Virgen de Las Nieves en ese mismo emplazamiento. Lo cierto es que el templo y la naturaleza que rodea al Santuario es de una belleza sobrecogedora. El silencio y la paz que se respira una tarde cualquiera en la plaza de Las Nieves cala muy profundo. Seas creyente o no, este lugar llega muy hondo y baña las entrañas de quienes lo visitan. Son sensaciones difíciles de describir y que quedan en la memoria bajo la llave del silencio que aguarda detrás de todo misterio. Me gustó la intervención del párroco de Las Nieves, Antonio Hernández, que se estrenaba el pasado lunes como rector del Santuario en una fiesta de la Patrona de La Palma, cuando se refirió a la presencia de una “nube de plegarias” en torno a este templo, donde tantos palmeros han ido a pedir consuelo, ayuda o a dar las gracias a la Virgen. Allí habrá sido pronunciado, en silencio, probablemente, “el nombre de todos nosotros”, dijo el sacerdote. Tantas lágrimas, pasión y amor confiado a ese lugar dota de más sentido ese pequeño universo espiritual que conforma el Santuario mariano y su entorno, que recibió del Cabildo la Medalla de la isla de La Palma. Son esas voces, muchas veces lamentos desesperados, que desde antaño resuenan entre la sillería de la ermita, las que dotan de sentido cualquier reconocimiento. “Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”, decía Santa Teresa en una sentencia que después Truman Capote utilizó de inspiración en una obra inacabada con la que fustigó a la aristocracia norteamericana. El eco de esas plegarias, la voz desesperada de los que buscan el consuelo y las lágrimas que brotan de un corazón agradecido son, sin duda, elementos del misterio que encierra este lugar. Pero en silencio.