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Alegría escénica – Por Ramiro Cuende Tascón

   

Llegó el tercer día. Un mes después concluyo estos tres relatos que han querido ser reflejo de unos gastronómicos -una íntima pasión- e inolvidables días de corte y confección. Una mañana de domingo, II Campeonato de cortadores de jamón de Canarias, Gran Premio Montesano. Al llegar me encontré con Marrero, no para, contaba y separaba los platos que iban a sobrellevar las lonchas y, este año por primera vez, a los tacos que volvían loco a mi padre. Poco después fueron llegando a borbotones los miembros de la familia García Pascual, primero los padres, al poco su hija, después su hijo, sus nietos que disfrutaron como niños, lo que son. Tres generaciones velando juntos, se les veía bien. La mañana se hizo lentamente. Fui temprano. El escenario alegre. Los jamones, ¡Uhmmm…! Cinco ibéricos de bellota, cinco montesanos de Jerez de los Caballeros, con su marchamo rojo. Cerdos que fueron nutridos solo con bellota y hierba, camparon a sus anchas durante la montanera, de octubre a febrero, un animal libre que tampoco para la pata, básico para la calidad de sus carnes. La bellota, por su alto contenido en hidratos de carbono, aporta energía al animal que se transformará en la famosa grasa. Las hierbas le dan su peculiar e inolvidable perfume. Cortadores y cuchillos, cámaras y micros, luz y color, amigos y aficionados y un público entregado a los suyos, al evento y al jamón loncheado que discurrió por la grada haciendo las delicias del distinguido. A las 11.30 zulú comenzaron, primero preparar la pata, limpiar, desgrasar, en suma, ordenar el trabajo. Pronto demarraron dos cortadores, a los que seguía de cerca un tercero. Perfilado y pelado son claves, como se demostró. Ganó Aníbal Falcón Morales, genial, este año ha sido laureado en cinco ocasiones; Cuchillo de Plata en Jerez de Los Caballeros, Teruel, Badajoz, Segovia, y Oro y Campeón de cortadores de Canarias, celebrado en Tenerife. Un placer verlo trabajar con sus cuchillos, elegante, plástico, exquisito, casi perfecto. Moisés Vera López, cartesiano, un bello corte, ganó la plata. Ricardo Rodríguez Silverio fue bronce, ya es muy bueno. Martín García, empresario -método y eficacia, le faltaba un kilo y estaba-, Laurentino Pérez, experto -¡si te coge!, todo un maestro-, Juan Gabriel Antolín, un sabio entre jamones de la Dehesa de Extremadura, Laura Docampo, golosa periodista y gestora cultural, y yo que también gané, disfruté y aprendí. Volveré. No hay nada como hacer.