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José Ignacio Torreblanca: “El océano es nuestro muro de Berlín”

   

José Ignacio Torreblanca,

José Ignacio Torreblanca, director del Consejo europeo de relaciones exteriores (ECFR) en Madrid. | FRAN PALLERO

SARAY ENCINOSO | Santa Cruz de Tenerife

Brillante, joven y enamorado de Europa. José Ignacio Torreblanca (Madrid, 1968) encarna la esperanza de los europeístas: que exista un relevo generacional capaz de mantener vivo el sueño del Viejo Continente. El director de la Oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (European Council on Foreign Relations, ECFR) y doctor en Ciencias Políticas y Sociología participó esta semana en el encuentro El mundo que queremos, de la Fundación CajaCanarias.

-El Eurobarómetro demuestra que la desafección hacia Europa está creciendo en todos los países. ¿Qué medidas se deberían tomar para combatirlo?

“Es verdad que está creciendo, pero no de la misma forma en todos los países. La desafección es más grave si los países están más expuestos a la crisis. También se ve que en los países del sur la desafección es mayor hacia las instituciones nacionales y eso no ocurre en los países acreedores. Eso quiere decir que a la gente lo que le importa más es su democracia y su gobierno”.

-Sí, pero ¿hasta qué punto se puede decir que vivimos en una democracia si los ciudadanos eligen entre opciones cada vez más similares porque esas opciones están supeditadas a Europa?

“Por eso prácticamente todos los gobiernos que han pasado por las urnas en Europa durante la crisis han sido desalojados, a excepción de Alemania, donde vamos camino de una canciller que va a gobernar un tercer mandato. ¿Por qué? Para los electores alemanes su sistema político está funcionando correctamente. Quieren un gobierno que ate en corto a los países del sur, que no se comprometa más de lo necesario en política de integración. Cuando aquí decimos que no hay posibilidad de elegir es verdad, esa es la perspectiva que tenemos en el sur, pero en el norte te recuerdan que nadie te obligó a hacer lo que hiciste”.

-Eso no es consuelo para los millones de personas que sufren ese error de cálculo. Esta frase es suya: “La UE dedica un euro al empleo por cada 12 que dedica a una vaca”. ¿Tenemos que aceptarlo?

“Tenemos un legado del pasado muy fuerte con las políticas agrícolas. Y hoy la gente mira las instituciones europeas y no piensa en esas subvenciones ni en infraestructuras como antes, sino que está preocupada por la desigualdad y se pregunta: ¿dónde están las políticas de empleo? Las instituciones comunitarias piden ajustes en el presupuesto nacional y aseguran que al final se crecerá, pero eso se convierte prácticamente en una cuestión de fe. El otro día decía alguien que se ve la luz al final del túnel…”.

-Puede que sea un tren en dirección contraria..

“O es el túnel mejor iluminado de la historia, ¿no?”.

-Eso ha propiciado el auge de partidos de extrema derecha. ¿Es realmente un problema?

“Su victoria no creo que vaya a ser tanto capturar las instituciones en Bruselas como condicionar la agenda a los políticos y meter miedo a los conservadores, como hace el Tea Party en Estados Unidos, donde el partido republicano tiene mucho miedo”.

-¿Los ideales europeos están en riesgo teniendo en cuenta esa realidad y que en Europa viven 400 millones y China e India tienen más de mil millones cada una?

“Defender los valores igual que el déficit ayudaría a que la Unión Europea no se viera como el FMI en Latinoamérica, que solo dictaba políticas de ajustes pero le daba igual si se trataba de una dictadura, una democracia, si había desigualdades o corrupción. Seamos más inteligentes. La mejor defensa que puedes hacer de tus valores es cumplirlos en casa. La UE está incumpliendo las leyes de asilo con refugiados de guerra. Un ejemplo lo vimos en Lampedusa”.

-Cuando salimos fuera tenemos dos problemas: uno es la falta de coherencia, y otro que no tenemos una política exterior común…

“Con la crisis estamos volviendo a una especie de mercantilismo. Los valores están muy bien pero no me los puedo permitir, son muy caros. Volver a una política exterior muy mercantilista te acaba convirtiendo en precisamente aquello que querías evitar, esa China que solo mira los recursos. Pero los europeos tenemos esa visión un poco excepcional de nosotros mismos, que pensamos que hay que tener valores y defenderlos. Sería más fácil no tenerlos, pero si los tenemos hay que defenderlos”.

-La tragedia de Lampedusa nos ha recordado a los canarios la crisis humanitaria que vivimos hace años. La UE puso en marcha los planes África, que consistían en invertir en los países de origen. El último acabó en 2012. ¿Se está haciendo lo suficiente para evitar que se repitan estas situaciones?

“En el momento en el que cortas el grifo puedes volver a situaciones como las que ocurrían en el pasado, cuando los países del sur de África solo estaban interesados en que la gente pasara por su territorio y llegara lo más rápido posible a tu país. Ya hemos aprendido esa lección y aquí, en Canarias, se ha visto. Los europeos no nos damos cuenta de que nuestro muro de Berlín es un mar, o aquí un océano, porque no es tan visible, pero es muy poco diferente. La gente muere cruzándolo”.

-Y si no, mueren de sed cruzando el desierto…

“Es noticia que mueran de sed ochenta personas, aunque a lo largo del año sabemos que mucha más gente se ahoga”.

-¿Qué deberían exigirles los ciudadanos europeos a las instituciones comunitarias?

“La UE tiene que escuchar qué cosas preocupan realmente a la gente, que son el empleo y los servicios públicos”.

-Sería conveniente fijar un contrato social común en toda Europa…

“Efectivamente. Hay un problema de estándares. En un momento en el que incluso los chinos están preocupándose por cómo subir los salarios y sostener un proceso que solo puede existir con unas clases medias amplias, no vamos a ir nosotros al revés. No vamos a ser nosotros los chinos del mundo cuando los chinos no quieren ser chinos tampoco. Es curioso, durante la campaña electoral estadounidense había discusiones sobre el sueño americano y en Europa antes de la crisis había grados de movilidad social más elevados, pero no nos preocupamos por eso. En las elecciones al Parlamento Europeo no veremos un debate como el de Obama y Romney. Y tampoco en las elecciones nacionales. Estamos como en una especie de tierra de nadie.

-Si queremos eso tenemos dos opciones: o las elecciones americanas o ver El Ala Oeste de la Casa Blanca...

“(Risas) Totalmente”.