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ANÓNIMOS > REMEDIOS GARCÍA HERNÁNDEZ Y MIGUEL Á. ALONSO MÉNDEZ, BELENISTAS

“En esta casa, casi todo el año es Navidad”

   

Belenistas

Remedios García Hernández
y Miguel Á. Alonso Méndez. / DA

DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife

Se armó el belén en la casa de Remedios y Miguel. Este mágico acontecimiento viene ocurriendo por estas fechas desde hace una década en un bloque de viviendas del barrio santacrucero de Ofra. Pero no está en el portal, sino en el balcón. Cada octubre cierran la cristalera con ilusión y abren una perspectiva a la imaginación.

La tradición no es un misterio para este matrimonio que empieza a vivir la Navidad meses antes de lo que marca el calendario. “Aunque tardamos un mes en el montaje, estamos prácticamente todo el año con los preparativos”, explica Miguel Ángel Alonso Méndez. “Es entretenido”, afirma Remedios García Hernández. “Se pasa el rato”, comenta la anfitriona mientras se ilumina el decorado. Ante los ojos del prematuro y privilegiado visitante va tomando forma un pueblo canario en miniatura. Es más de lo que podía figurarse.

Miguel confiesa que ha perdido la cuenta del número de las figuras de la composición. “Son tantas que…”. Remedios lo interrumpe para llamar la atención sobre lo que cuestan: “Son artesanales, traídas de Murcia. Las recibimos por encargo. De barro cocido, no de plástico. Y, claro, eso encarece el producto. Por la de un niño pagamos 65 euros, fácilmente”. La familia crece con la caída de la última hoja del almanaque. “Nos renovamos continuamente”, resalta Miguel. “Añadimos piezas y cambiamos la distribución. Le damos otro toque para que no sea igual todos los años. Siempre es diferente. Para nosotros, no tendría sentido repetir la representación. Si fuera así, sacamos una foto y ya está”.

El canto del gallo es la señal de que amanece en este universo paralelo. Le siguen el día, el atardecer y la noche, con sus correspondientes características visuales y sonoras: el Sol, la Luna, las estrellas, el agua, el fuego, el humo… El llanto del bebé guía la mirada hacia el nacimiento. En el pesebre habita el espíritu de la Navidad.

El mecanismo de la creatividad activa los efectos especiales que mueven los hilos de la alegoría costumbrista. El panadero, los alfareros, el chiquillo en el columpio… “Hasta la turronera de Tacoronte”, indica Remedios.

Su motivación no es la competición, pero el concurso que organiza el Ayuntamiento no deja de ser un aliciente. Hasta ahora se habían llevado dos premios secundarios. Esta vez les ha tocado el gordo. La humildad es la cuna del éxito.