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Investour – Por Juan Carlos Acosta

   

La próxima semana se celebra el Foro de Inversiones y Negocios Turísticos en África, Investour, en el Ifema de Madrid, con un panorama algo desdibujado para sus objetivos. Salvo peregrinas cifras que se difunden puntualmente, las noticias turísticas que nos llegan en general desde el continente parecen aleatorias e inestables, cuando no inexistentes. Solo basta visitar la página web de la Organización Mundial del Turismo (OMT) para cerciorarse de ello. A lo sumo figura una lista de 49 estados africanos miembros en su apartado correspondiente, y poco más. Cabe deducir al hilo de la ausencia de datos claros que el ritmo de penetración de este relevante negocio internacional se encuentra con dificultades de peso para fijar tejido productivo. En ello puede incidir no solo la relativa escasez de infraestructuras hoteleras para las clases medias en un territorio tan variado y extenso, sino quizás también la fragilidad de muchos de los países que lo conforman, una circunstancia determinante capaz de poner en cuarentena la predisposición de los inversores, tanto por la seguridad jurídica como la ciudadana. Tampoco han contribuido las revoluciones árabes y las guerras que alternativamente sacuden a regiones enteras: el conflicto no es un buen cartel para el ocio, la diversión y el bienestar que venden los operadores masivamente. Asimismo, muchos de los hoteles tradicionales de África están en las ciudades y combinan la alta hostelería para los viajeros exclusivos, generalmente circunscritos al ámbito empresarial, con la pobreza y la falta de recursos en la trastienda, justo detrás de los centros históricos.

Algo parecido puede ocurrir con los complejos de mayor o menor tamaño dedicados a las ofertas de naturaleza, que en línea generales mantienen dimensiones condicionadas por motivos obvios ecológicos y de sostenibilidad. Además, algunos de los reclamos emblemáticos de sitios legendarios para el explorador cultural, histórico y aventurero, también parecen coartados por acontecimientos negativos. Ahí está, sin ir más lejos, Egipto, con sus monumentos; Malí, con sus legados milenarios, como Tombuctú, y los países del Norte, por sus primaveras árabes. Un caso aparte son las grandes multinacionales hoteleras, que suelen mantener sus establecimientos iconos, tal como hacen las Embajadas, hasta el último momento en escenarios adversos, porque están bien estructurados, especializados y asentados para su nicho de prestaciones. Eso sí, destinos de sol y playa como Cabo Verde o Agadir mantienen un buen pulso con el todo incluido y los clientes dentro de sus recintos. De ahí que congresos como Investour estén para eso, para abrir camino y llenar de contenido ese indicador generador de empleo, pero de escasa referencia hoy por hoy en África, muy a la cola de sus materias primas.