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No sin mis hijos – Por Miguel L. Tejera Jordán

   

En 1990, el director de cine Brian Gilbert rubricó, con su personalísimo sello, una aterradora película, basada en una historia real, que se titulaba No sin mi hija. Narraba la tragedia de una madre norteamericana, casada con un iraní, al que acompañó al país de sus ayatolás, junto con la nena de ambos, para vivir una pesadilla que concluyó en un terrible retorno a la civilización, de vuelta a Occidente. Hace pocas horas, un economista escocés, llamado Mark Blyth, residenciado en Estados Unidos, decía lo siguiente del Gobierno del PP que preside Mariano Rajoy: “No creo que los españoles voten dos veces a favor de tener sus hijos en paro, sin la formación adecuada y viendo su economía entrar en deflación”. Y yo, es decir, un servidor, que no soy director de cine, ni economista, como los señores Gilbert o Blyth, afirmo que tampoco voy a votar por el PP de don Mariano Rajoy. No sin mi única hija.

No sin (por ahora) mi única nieta. No le daré mi voto, ni una, ni dos veces (no les voté en las pasadas, que conste), a un partiducho de jeringones desvergonzados que prometieron crear empleo y lo están destruyendo: 1.182 nuevos parados en Canarias, en enero de este año, y más de 113.000 en toda España en el mismo periodo de tiempo.

Segunda frase lapidaria del señor Blyth: “En vez de refundar el capitalismo, lo hemos recapitalizado con dinero público”. ¿Les suena el nombre de Bankia y el de don Miguel Blesa? ¿El amiguete de José María Aznar, que se marchó del banco con una millonaria indemnización por delante, después de destrozarle la vida a miles de preferentistas, de los que encima se reía, según consta en correos electrónicos que ya obran en poder de los jueces? Quítenle el don a Blesa, háganme el favor… Y una tercera pregunta del señor Blyth, estremecedora para el sistema: “¿Cuándo no haya dinero (salarios, de las gentes, se supone) quién pagará los impuestos? Y digo yo: tendrán que ser los ricos. Y esto no va a gustar a los ricos, que quieren más. Siempre quieren más. Y tampoco le va a gustar al señor Montoro. Porque, a poco que se los suba, (a los ricos, como ahora los sube a los pobres), se lo cargan. Se lo cargan políticamente, no me malinterpreten… No soy apologeta. No hago apología de nada. Sólo sé que antes hubo en la Historia revoluciones nacionales, como la francesa (aunque de dimensión universal), que ahora terminarán en una revolución global, como internet, pero sin teclados.

Aunque sí con mucha tinta roja, rojísima, como la sangre que escupirán las impresoras en las que quedará reflejada una injusticia universal, nacida de una inmundicia igual de planetaria.

No don Mariano: no sin mis hijos…
No.