Como si el tiempo no hubiera pasado y existiera un relato continuo, sin puntos y aparte, entre nuestra historia reciente y el presente. Esa sensación saco cuando buceo en la hemeroteca de DIARIO DE AVISOS, que es como viajar por la historia de La Palma. Sobre todo me ha sorprendido la actualidad de los planteamientos que hacia mitad del siglo XX hacÃa Domingo Acosta Pérez, el redactor del Decano que convertÃa en piezas literarias la actualidad de la Isla, sin olvidar buena dosis de crÃtica en tiempos donde no era nada fácil ejercer esa función periodÃstica. Hay textos de DAP, como firmaba muchas de sus crónicas, que podrÃan ser trasplantados a la actualidad sin tocar ni una coma. Es injusto deducir de este hecho que no hemos avanzado durante este otro medio siglo. Han mejorado las comunicaciones y, en general, las condiciones materiales de vida y, por supuesto, no vivimos bajo una dictadura como le ocurrÃa a nuestro colega. ¿Qué nos iguala, entonces, y nos sitúa en el mismo marco narrativo que Acosta Pérez? Creo que es el hecho inmutable de la insularidad, asà como los retos y las expectativas que se derivan de esa condición tan determinante. DAP hablaba con mucha frecuencia, en su espacio diario de información y opinión, de los graves problemas de comunicación que sufrÃa La Palma. Tanto con el exterior como en la necesaria mejora de las vÃas de comunicación internas.
Pese a que disfrutamos de un moderno aeropuerto en Mazo frente al viejo de Buenavista, seguimos demandando más vuelos. La mejora del transporte marÃtimo era otra lucha del escritor, que veÃa necesario garantizar ese tráfico interinsular, que dejaba a La Palma aislada por mar ante cualquier constipado que cogÃa uno de los buques de Trasmediterránea. Como actualmente ocurre con el concurso de Fomento.
Entre multitud de anuncios de productos fitosanitarios que trufaban las páginas del periódico, que parece que habÃa más quÃmicos que agricultores en la Isla, Acosta Pérez aportaba su aguijón literario para impulsar el alumbramiento de otro sector que fortaleciera la economÃa de La Palma junto con el agrÃcola: el turismo.
Con todas las precauciones para proteger la naturaleza, todavÃa la palabra sostenibilidad no existÃa, demandaba que La Palma se sumara al carro del turismo. La isla ha cambiado desde la época de DAP, pero no sus aspiraciones.