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Disparates – Por Juan Carlos Acosta

   

Para alguien que ha arrastrado la cabecera de esta columneja unos cuantos años por un páramo, es un alivio que se abra por fin el melón de las aspiraciones reales de las Islas hacia África. Parece ser que hemos llegado a la madre de todas las encrucijadas para sacar conclusiones realistas y dejar así de dorar la perdiz de un reto que cada vez se antoja más inasible para una comunidad que figura como una de las referencias turísticas internacionales y, sin embargo, presenta una de las tasas de desempleo más tercermundistas de toda Europa. Ahora sí que puede que estemos en situación de sacar algunas conclusiones definitivas como, entre otras, que es posible que Canarias haya estado lista para recibir importantes fondos económicos comunitarios para políticas de cooperación pero no para asumir el reto de crear las rentabilidades esperadas. También que nuestras autoridades y opinantes han venido soportando estoicamente ese disfraz de plataforma grandilocuente aún cuando pensaban que era una farsa conveniente o un mono de trabajo que, al parecer, nos quedaba excesivamente grande. Eso sí, el debate, por llamarlo de alguna manera, se ha precipitado de pronto por esos riscos y barranqueras sin que ningún remanso haya permitido examinar serenamente las estrategias disponibles. Estos días el foco está puesto en la Reserva de Inversiones en Canarias (RIC) y se discute sobre si este recurso fiscal debe o no invertirse en la internacionalización de la empresa canaria en África. Se ha hablado o escrito un poco de todo en contra, desde que esa posibilidad es un disparate (literalmente) o una opción inmoral, dado el paro que soporta la región, hasta que son los ahorros de los ciudadanos los que se van a invertir fuera. En el fondo lo que parece que subyace es que no nos creemos que la Historia ha pasado página y que estamos ante un nuevo escenario donde ya no podemos seguir acunando esos dineros delegados en un mercado interno inane, porque tarde o temprano se evaporarán, sino que deberían aplicarse en encontrar nuevos cauces de competitividad y de creación de un tejido productivo vital para seguir adelante con nuestro bienestar social. No he oído en ninguna propuesta que el 40% de la RIC tenga que invertirse en el desarrollo de los africanos, sino que he entendido que podría aplicarse a los procesos locales de negocio y reversión de la internacionalización (santo y seña de la recuperación económica española y de la UE ante la mundialización imparable de las ganancias) canaria en África. Todo Occidente, Asia, Rusia y Sudamérica asumen la necesidad de interactuar con el continente vecino menos por lo visto Canarias, la región europea que paradójicamente debiera estar a la cabeza por ser una de las más cercanas a ese objetivo, a todas luces, disparatado.

(@Juan_C_Acosta)