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Libertad de prensa – Por Jaime Rodríguez Arana*

   

Días atrás se celebró en todo el mundo el día dedicado a la libertad de prensa. Una de las libertades más importantes para que verdaderamente florezca la libertad en sentido amplio. Si la prensa fuera libre y plural, todas las formas de expresión acerca de las más variadas cuestiones tendrían acceso al espacio de la deliberación pública, algo a día de hoy todavía inédito en muchas partes del mundo. Por eso el 3 de mayo la presidenta de Reporteros Sin Fronteras España Malén Aznárez señaló que cada vez que se ataca a los periodistas, a los medios de comunicación y a la libertad de prensa, se ataca directamente a la democracia. Estamos en el siglo XXI y la verdad es que el grado y la intensidad del ejercicio de las libertades en todo el mundo dejan mucho que desear. Parece mentira pero después de tantas luchas, después de tantos sacrificios de tantas personas, las tecnoestructuras dominantes siguen impidiendo, a veces con sutileza, a veces de forma grosera, que el ser humano se desarrolle en libertad solidaria. Todavía hay sistemas políticos que. De forma más o menos directa o indirecta, persiguen las libertades. Todavía opinar con libertad puede traer consigo toda clase de problemas. Que se lo pregunten a los periodistas que intentan decir lo que pasa en Siria, en Marruecos, en China, donde informar puede costar incluso la vida.

Efectivamente, según el último informe de reporteros sin fronteras, en 2013 el número de periodistas secuestrados aumentó un 129%. La represión, la censura, los secuestros, e incluso los asesinatos marcaron el panorama de la libertad de prensa en la totalidad de Asia, en gran parte de África y en muchos países de América. Brasil superó en asesinatos de periodistas a México. El caso Snowden ha puesto de manifiesto hasta qué punto las alianzas entre poderes políticos y mediáticos pueden silenciar o censurar determinadas informaciones también en el mundo occidental, donde, por cierto, se han puesto de moda las ruedas de prensa sin preguntas.

No sólo la libertad de prensa retrocede en el mundo. Según Freedom House, la libertad de prensa ha bajado el año pasado a sus niveles más bajos en la última década en la mayoría de los países.En general, se puede decir, siendo objetivos, que no corren buenos tiempos para el ejercicio de las libertades ni para el libre y solidario desarrollo de las personas. Hoy, la alianza que existe entre el poder financiero y el poder político para imponer sus objetivos pasa por laminar los derechos de la persona y la centralidad del ser humano. Unos y otros, de forma más o menos clara, tratan de evitar a toda costa que el pueblo llano sea consciente de sus derechos y su centralidad en el sistema. Si la educación sigue discurriendo por los parámetros de la mediocridad actual no hay peligro ni riesgos para este sistema tecnoestructural. Si se siguen a pies juntillas, sin rechistar, los dogmas del consumismo insolidario, el grado de narcotización y de pérdida de la sensibilidad democrática seguirá aumentando. Si los partidos siguen herméticamente cerrados a la realidad, dominados por minorías que sólo aspiran a recrearse en el poder y la poltrona, es difícil, muy difícil, que los ciudadanos dispongan del mejor ambiente para la libertad ideológica, para libertad de pensamiento.

En China, Cuba, Corea del Norte, los países islámicos y otras naciones como pueden ser Venezuela, Bolivia o Ecuador, la libertad de información no existe o está bajo mínimos. En la vieja Europa hay libertad, claro que hay libertad. El problema es que en el presente, la profunda y dura crisis económica y financiera que asola el solar del viejo continente está provocando un serio retroceso en las libertades. Ahora, bajo el pretexto de que hay que hacer ajustes sin cuento se suben los impuestos a los ciudadanos sumiéndolos en una lamentable situación.

En efecto, la pobreza crece en toda Europa. La clase media está pagando los excesos de unos dirigentes políticos y financieros que pensaron que podían hacer su agosto a costa del pueblo. En este contexto, de penurias y serias limitaciones, la gente, la ciudadanía, que está aguantando estoicamente los sacrificios es probable que termine por asumir un papel más activo. Poco a poco va tomando cuerpo una mayor conciencia del desaguisado. La gente va comprendiendo que mientras se agravan sus condiciones de vida pervive toda una fauna de paniaguados y aduladores que siguen gozando de no pocos privilegios.

En fin, la libertad de prensa retrocede en muchas partes del mundo en las que el autoritarismo está presente de forma explícita. En otros lugares, a pesar de la democracia formal que reina, el grado de ejercicio de las libertades también está bajo mínimos. Menos mal que la crisis económica y financiera del mundo occidental, trasunto de una más profunda crisis moral, ha dejado al descubierto la realidad. Una realidad que reclama volver a pensar los fundamentos de la democracia para que sea el gobierno del pueblo, por y para el pueblo, no para el gobierno de unas minorías, por unas minorías, y para unas minorías.

*CATEDRÁTICO DE DERECHO ADMINISTRATIVO
jra@udc.es