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De modelos – Por Jorge Bethencourt

   

A comienzo de los años 70 los industriales tabaqueros canarios pusieron en manos de su competencia la distribución de sus marcas de cigarrillos en Península. Tabacalera tardó apenas unos años en cargarse a los isleños desabasteciendo el mercado en aquellos sitios donde más se consumía tabaco canario. Los plataneros canarios aprendieron la lección. El grupo Eurobanan, casi desconocido en Canarias, es hoy una empresa que distribuye y comercializa no sólo los plátanos canarios, sino cualquier tipo de fruta de cualquier parte del mundo.

Cuando se dice que el sector agrario vive exclusivamente de las ayudas no se dice toda la verdad. Para esos plataneros, las subvenciones son un plus que viene muy bien (a nadie le amarga un dulce) pero están preparados para sobrevivir en cualquier escenario. Los productores agrupados en Eurobanan han sabido construir una empresa eficiente y moderna que factura cientos de millones en el mercado peninsular. Son dueños de la distribución y se han asociado con una gran multinacional de la fruta. Los demás sectores que miran con cabreo el reparto de las ayudas del Posei tendrán un futuro muy negro cuando nos quiten las muletas. La pelea por las raspas de la ultraperiferia es la mejor demostración de este gigantesco fracaso. El paraíso fiscal canario nos ha llevado a estar entre los sitios más caros de España en el precio de la cesta de la compra. Nos ha llevado a tener sueldos de los más bajos del Estado. Nos ha llevado a trescientos setenta mil parados. Nos ha llevado a tener una fiscalidad más alta que la que se aplica en el territorio continental, pese a toda la literatura oficial que dice lo contrario.

Hay suficientes razones para tomar la decisión de cambiar el rumbo de las cosas. Lo primero, cambiar de forma revolucionaria la fiscalidad de Canarias, absolutamente incompatible con una economía comercial y de venta de servicios turísticos. Lo segundo, acabar con las ayudas a los intermediarios para llevarlas directamente al consumidor final. Nunca seremos una potencia agraria, ni industrial. No tenemos recursos naturales. Pero tenemos otras ventajas competitivas como el clima o la naturaleza, que atraen doce millones de personas al año. Más que diversificar hay que especializarse. Conservar el paisaje. Proscribir aquello que sea incompatible con la actividad en la que más éxito tenemos. Aumentar nuestra autonomía energética. Y dejarnos de pajaritos preñados de una puñetera vez.

@JLBethencourt