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Comunicación política y el 25-M – Por Jaime Rodríguez Arana*

   

Según cuentan las crónicas políticas en los Estados Unidos, en los últimos tiempos se ha impuesto una nueva manera de comunicación dominada por la unilateralidad y el miedo o pavor ante las preguntas de los periodistas en las denominadas ruedas de prensa. En efecto, la campaña desarrollada en su día por el presidente Obama y sus correligionarios para explicar el sentido de la reforma sanitaria que se pretendió implantar, decidió evitar las interpelaciones de los periodistas. Una práctica que demuestra el talante y la sensibilidad ante la comunicación de los dirigentes políticos que se ha extendido como la pólvora ante la sorpresa de propios y extraños. Si a eso se agrega que en ocasiones hasta los medios de comunicaciones trasladan a los telespectadores, sin más, los programas que reciben de los partidos, entonces el asunto se torna ciertamente alucinante. Tanto que, por ejemplo, el 25-M se ha castigado, y de qué manera, a quienes practican estos hábitos comunicativos propios de sociedades autoritarias. Normalmente, cuando los políticos deciden comunicar mensajes sin posibilidad de ser preguntados suele ser porque se trata de una declaración institucional con motivo de algún acontecimiento de envergadura, o porque se desea por algún motivo no ser interpelado o preguntado por periodista alguno. Estas prácticas, sin precedentes en las democracias avanzadas, están provocando un aluvión de críticas, bien razonables, por parte de los medios de comunicación.En otras latitudes también se ha puesto de moda, no hace mucho tiempo, una manera de comunicación unilateral bien similar a la protagonizada por ese gran “encantador de serpientes” que es Obama. Fuera de circunstancias extraordinarias, lo lógico y normal es que la prensa pueda preguntar lo que estime conveniente. Si un político quiere transmitir a la opinión pública un determinado mensaje o un concreto contenido, debe permitir las preguntas de los diferentes medios de comunicación. Esta tendencia a “enlatar” la política, a evitar las preguntas de los profesionales de los medios de comunicación, fuera de circunstancias extraordinarias, da mucho que pensar acerca de la calidad de la actividad la política. Una noble tarea dirigida a la mejora de las condiciones de vida del pueblo de acuerdo con determinadas ideas. En su lugar, se convierte, o puede convertirse, en un mundo en el que progresivamente se va eliminado el pluralismo, el derecho de los ciudadanos a conocer los puntos de vista de sus representantes. La misma ausencia de debates permanentes en los medios de comunicación sobre los temas que realmente preocupan a la gente es una señal de que la democracia si nos descuidamos puede acabar siendo, no el poder del pueblo, por y para el pueblo, sino del poder de los dirigentes, por y para su satisfacción particular. El 25-M el pueblo también ha castigado a los dirigentes y líderes que gustan de esta moda y se escapan o escabullen de las preguntas o interpelaciones. En democracia hay que explicar las medidas que se adoptan y las posiciones que se mantienen. Por una elemental razón, pues representan a millones de personas que han confiado en determinadas opciones políticas. Unas opciones políticas que, en algunos casos, sus líderes deciden seguir caminos distintos a los pactados con la militancia y en otros, sencillamente, se apropian de la estructura y hacen lo que les viene en gana con tal de mantenerse en la poltrona. Así de sencillo.

* CATEDRÁTICO DE DERECHO ADMINISTRATIVO