Normalizada ya, con cuantas incógnitas queramos pensar que han quedado en el camino -nunca es fácil la sucesión en vida de un jefe de Estado, menos aún de un rey-, la cuestión institucional, los ojos giran hacia la izquierda. En plena recomposición, la principal formación de una izquierda magmática, poco homogénea y no siempre bien avenida, tiene ante sà semanas de protagonismo. En un proceso que algunas veces he calificado de admirable, por lo que tiene de autocrÃtico y de transparente, el PSOE se ha puesto en marcha para que sus militantes digan por quién quieren ser gobernados, una vez que se ha producido la irreversible dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba. Los periódicos ya han comenzado a publicar incluso encuestas acerca de si los socialistas se quedan con Eduardo Madina, con Pedro Sánchez o con alguno de los otros candidatos a la secretarÃa general. Solo un dato me parece incontrovertible tras estudiar estos sondeos: la mayorÃa de quienes votarán en julio para que el congreso del PSOE sancione un nombre están indecisos. ¿O tal vez desconcertados? Coincido con Eduardo Madina, un hombre que pasa por concienzudo y serio -tal vez excesivamente serio- en que, sin el PSOE, el panorama polÃtico español no tiene arreglo. ¿Quién, desde una mÃnima credibilidad y realismo, podrÃa, si no, forzar al Gobierno de Mariano Rajoy, de andares ya se ve que lentos, a hacer determinadas cosas? ¿Qué voz, si no la del socialista que resulte emergente en este proceso, tendrá autoridad en el yermo panorama polÃtico nacional para criticar determinadas acciones o inacciones de los populares? Ha tenido que ser la lideresa andaluza Susana DÃaz, que declinó participar en la competición precongresual, quien más se haya hecho oir a la hora de la crÃtica a la reforma fiscal puesta en marcha el pasado viernes por el Ejecutivo. Ni Madina, licenciado en Historia por Deusto, ni su principal competidor, Sánchez, economista, al parecer ocupados en sus propias carreras electorales mirando hacia la jornada electoral del 13 de julio, jugaron de lÃderes de la oposición: fue ella, DÃaz, quien ejerció de hecho ese papel. Tengo el mejor de los conceptos tanto por Sánchez como por Madina o por otro joven competidor, Alberto Sotillos, que no parece tener muchas posibilidades, pero que es quien mejor representarÃa la renovación radical en el centenario partido que fundó Pablo Iglesias y al que ahora amenaza otro Pablo Iglesias, el lÃder de Podemos. SerÃa quien mejor darÃa la batalla en esa franja joven, inconformista, altamente crÃtica con el sistema.
Pero ni el PSOE ni España están preparados para una batalla que serÃa, por lo demás, indeseable: hay muchas estructuras que mantener, y eso lo sabe bien Pedro Sánchez y también lo sabe Madina (al candidato de Izquierda Socialista, José Antonio Pérez Tapias, apenas le conozco), aunque el vasco juega más a una izquierda verbal que el primero, madrileño. O eso es lo que muchos perciben, al menos. Tiene enorme importancia lo que vaya a ocurrir en el PSOE en las cuatro próximas semanas y después, allá por el otoño, cuando se convoquen las primarias para ver quién se enfrentará a Rajoy -que es el candidato más probable en el PP, desde luego; pero, en estos tiempos de mudanza ¿quién se atreve a lanzar pronósticos definitivos a año y medio vista?- en las elecciones generales de finales de 2015 o comienzos de 2016. Porque del PSOE depende ahora la estabilidad institucional, esa que ha dado un paso adelante tan trascendente como el relevo en la jefatura de un Estado monárquico. Esa que Pérez Rubalcaba, a quien algún dÃa habremos de reconocer su ánimo patriota, consensuó en sus conversaciones telefónicas, y no solo, con el inquilino de La Moncloa. Pero ni Madina ni Sánchez tienen, hoy por hoy, la misma proyección interna y externa que logró, tantos años en el machito, Rubalcaba. ¿Con quién se entenderá mejor Felipe VI?¿Madina?¿Sánchez? O… ¿Susana DÃaz? Porque con quien sin duda no se va a entender es ni con la gente de ‘Podemos’ ni con la de Izquierda Unida, empeñada en hacer del republicanismo su principal seña de identidad y que lleva su estrategia oposicionista hasta no apoyar de forma inequÃvoca a quienes rechazan la consulta soberanista en Cataluña. Cayo Lara, que sube moderadamente -hasta donde ‘Podemos’ se lo permite- en las encuestas, no puede, de cara a sus electores y simpatizantes, bajar la guardia; tanto es asà que cometió el que a mà me parece error de no asistir a la ceremonia de entronización del rey, un acto parlamentario que reflejaba una realidad constitucional. Pero IU mantiene muchos pactos territoriales con el PSOE, pactos que, en teorÃa, podrÃan llevar a la tentación de una coalición de izquierda si los resultados de las elecciones generales lo aconsejasen. ¿OptarÃa entonces Madina por propiciar una grosse koalition con el PP antes que con IU? ¿Lo harÃa Sánchez?¿Qué harÃa, qué hará, Susana DÃaz? Parecen preguntas prematuras, pero ya se las están haciendo muchos en la sede de la calle Ferraz y en otras muchas sedes federales socialistas. Y, claro, muchos de esos miles de militantes que acudirán a votar a su secretario general dentro de poco más de dos semanas. Es el plazo que les queda a los dos posibles lÃderes de la izquierda real para definirse. Y para tranquilizarnos cerca de su verdadera talla polÃtica; ahora, lamentablemente, solamente les conocemos por su elevada talla… fÃsica.