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La tripulación de Swiftair – Por Tomás Cano

   

Agustín Comerón, comandante del avión de Swiftair siniestrado recientemente en Malí, fue compañero mío en una línea aérea en los años noventa. Lo que puedo resaltar de él era su gran humanidad y su alto nivel profesional. Con respecto a Isabel Gost, los compañeros comunes destacan el hecho de haber sido una gran persona y una magnifica profesional. Al resto de tripulantes no los conocía, pero sin duda eran profesionales cualificados.

En estos casos no existen palabras ni varas de medir para expresar el profundo dolor por tan grave pérdida, de todos ellos y sus pasajeros. Todo cuanto puedo escribir no es más que el pensamiento de “que el sosiego de los que se fueron antes, no calma el desasosiego de los que les seguirán”.

O parafraseando un viejo poema: “Era yo niño y le dije a la pena: ven, contigo he de jugar. Ahora todo el día la tengo a mi vera, y por las noches siempre me confiesa: Mañana otra vez volveré, junto a ti vendré y me quedaré. Juntos caminamos por la floresta, junto a mi susurran sus tenues pisadas; y para nuestras cabezas resguardar he construido un cobertizo invernal; y por las noches entre gotas de tormenta, oigo como junto a mí, suavemente alienta”.