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El flautista – Por Domingo J. Jorge

   

No sé si recuerdan el cuento, la narración de los Hermanos Grimm. Recurro a esa bonita fábula, porque paseando con mi hija el otro día por la calle La Carrera, ella me preguntó preocupada dónde estaba el flautista, refiriéndose al buen señor que nos recrea con los sones de su instrumento todos los días, sentado junto a las paredes del Ayuntamiento, de la Casa de los Capitanes. El mismo interrogante me planteé también yo mismo, pero acompañado por la gran fantasía de nuestra pequeña Sofía. Su planteamiento, desde su preciosa visión de la realidad, nos trasladaba a la posibilidad de que el buen señor que día sí, día también, pone hilo musical permanente a La Carrera, lo que ocurría con él es que se había ido a alejar los ratones que salían del castillo. Graciosamente el castillo para ella es el Ayuntamiento, y que había seguido el mandato del Capitán, que para ella es nuestro alcalde, Fernando Clavijo, y que lo habían acompañado los soldados, la Policía Local, y otros hombres importantes, se refería con esto último a los concejales.

Bonita forma de ver la realidad. A mí ese señor, nuestro flautista, me cae muy bien. No molesta a nadie, no fomenta agresividad; todo lo contrario, él se ubica diariamente en el mismo espacio, sujeta entre sus manos la flauta y deja salir sonidos que, a mí, personalmente, me ofrecen ciertos efluvios de tranquilidad. De ver la vida pasar desde ahí, desde su rincón. Pero, por qué esta reflexión. Muy sencillo. Porque sé, me consta, que a muchos molesta la presencia de este buen señor en el espacio que ocupa. Es eso, siempre nos molesta algo, siempre tenemos que poner el pero a los demás. Somos jueces perpetuos. Si alguien te pregunta en la calle, dónde está la Plaza del Cristo, nos incomoda que nos quiten el tiempo que debemos ofrecer para dar respuesta a quien nos interpela. Somos un constante no me gusta. Perdemos demasiado tiempo en nuestra vida, yo el primero, en querer eliminar todo aquello que no se encuentra dentro de nuestro código propio. Y no ocupamos nada en pensar qué puede necesitar el de al lado.
Así y todo, me quedo con que el señor flautista este día no estaba, aunque mi hija quedo preocupada, y para ella ha ido a sacar a los ratones y ha puesto contento a nuestro capitán, Fernando Clavijo.