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A cambio de nada – Por Jorge Bethencourt

   

Yo no sé de dónde ha sacado el señor presidente de Repsol,Antonio Bufrau, que Tarragona tiene más turismo que toda Canarias, pero si todas sus afirmaciones tienen el mismo rigor es como para que se lo haga mirar urgentemente. Sencillamente, porque es falso. Además de tener un apellido complicado de pronunciar, el señor Bufrau padece una empanadilla mental muy similar a los que ya estamos más que hartos del puñetero debate del petróleo, así que hasta puede ser comprensible que se le haya escurrido una gamba turística. Yo ya estoy de las prospecciones hasta los mismísimos que riman. Tengo ganas de que pinchen de una vez y resulte que no hay nada, para comprobar que hemos estado haciendo el canelo durante meses y meses, discutiendo como toletes de algo que en realidad no existe. O que pinchen y salga de ahí un rebencazo de petróleo de millones de barriles, para que al menos tengamos algo por lo que que merezca la pena partirnos la cara. Vivimos las últimas semanas del principio del fin de la campaña electoral de cuatro años en que se han convertido los mandatos políticos en este país desquiciado. Ahora todo el mundo baja impuestos, sube el tono, insulta más al adversario y extrema las posiciones radicales.

La jaula de grillos de la política nacional se ha transformado en una charca de caimanes. El petróleo, la venta de una parte de la gestión de la red de aeropuertos, la elección directa de los alcaldes…todo esto, amigos, se perderá en la demagogia como lágrimas entre las gotas de lluvia. El señor Brufau puede quedarse afónico diciendo que no existe ningún riesgo en la futura explotación de esos supuestos charcos de crudo. Es tan falso como lo del número de turistas. Hay riesgos. Claro que también hay riesgos hasta en llevar un mechero en el bolsillo. Hay gente a la que le ha explotado y han perdido algunas piezas importantes de sus atributos masculinos. La cuestión es si los beneficios compensan los riesgos. Si cada ciudadano de Canarias cobrase una parte de los beneficios del negocio algunos sacarían el petróleo con los dientes. Lo que el presidente de Repsol no termina de entender es que nadie acepta un peligro, por poco que sea, a cambio de nada. Ni siquiera alguien tan indolente como un canario.