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De impuestos – Por Jorge Bethencourt

   

Mientras el Gobierno de Mariano Rajoy anuncia que va a bajar los impuestos, el nuestro asegura que los va a subir. Es algo inevitable. Hacienda ha salvado el trasero gracias a que se ha ventilado a la clase media española y nos ha crujido a impuestos. Para salvar la zapatería llamada España -que estuvo a punto de hundirse en la quiebra- hubo que dejar quebrados a los españoles. Ahora que se acercan las elecciones, el Gobierno español ejerce las prerrogativas negociadas en su día con la Unión Europea. “Nosotros subiremos los impuestos y acabaremos con la barra libre de las autonomías… ¡Pero cuando lleguen las elecciones haremos una rebaja fiscal, porque no nos vamos a suicidar!”. Y Merkel dijo sí, naturalmente. Ella hizo lo mismo.

Si el Gobierno de Canarias va a contrapelo no es porque le tenga ganas a los ricos, es porque no tiene un duro y Madrid le sigue asfixiando. Por eso usa a los ricos de excusa para seguir apretándonos las tuercas. No le queda otra. Los ricos son pocos, aunque sean más ricos ahora que antes de la crisis (que esa es otra).

Decir que nuestros problemas derivan de ellos es hacer un poquito de demagogia.

Canarias tiene los sueldos más bajos de España y una cesta de la compra de las más caras. La venta de servicios turísticos produce entre diez y doce mil millones de euros y muchos, muchísimos, se quedan fuera de los bolsillos canarios. Llevamos demasiado tiempo viviendo dependientes de un sistema de ayudas estructurales que ha fomentado la incompetencia y las plusvalías de intermediación y no hablemos de la banca en las islas y su miserable comportamiento extractivo. Todo eso es pobreza de la que no hablamos.

Es más fácil buscar excusas que soluciones. La política de hoy consiste en gobernar para los titulares del día siguiente y en ponerse a favor del viento. Marchemos, pues, a por los ricos en la lucha final.