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Vencedores y vencidos, y viceversa – Por Ramiro Cuende

   

Este país no deja de vivir embriagado en sus miserias intestinas. Nos quedamos entre Don Pelayo, Isabel y Fernando, aquellos reyes tan católicos, pero tanto que se llevaron por delante a todo aquello que no oliera al agua bendita de sus solas pilas. La democracia en España se practica todos contra todos. Aquí, como en una escena de Manolo Summer, la política y la democracia, consiste en marcarse ¡Te estoy marcando! Política, poca o ninguna. Dialogar, pactar, negociar, razonar, y, tantas otras formas de trato entre partes civilizadas se siguen viendo mal por los mandos de los aparatos partidistas, y, para que decir por sus hooligans. La cuestión es obvia, mientras se siga obrando y entrando en política; para comer de gorra y no para poner la mesa, para satisfacer egos y traumas y no para quitarlos, para sentir el placer del poder y no para su civil uso. La cosa, no va. Somos un país en el que una importante parte de la ciudadanía, de lo que siente orgullo es de lo de ser un país de armas tomar en el que seguimos inmersos en aquello de ver quién la tiene más grande, por aburrida que sea, o por idiota que sea su portador. Las mujeres no sé lo que contrastan entre ellas para ver de tener la razón, ganar o perder.

Un país malformado, y, aun peor, poco educado en democracia. Solo una mejor educación y la formación de nuestra infancia, a medio y largo plazo será capaz de conseguir una España, la que deseemos, realmente democrática. Estos días he visto de todo, a un indignado Puyol hacerse y sentirse dueño, no solo de lo que rapiñó, presuntamente, también amo y señor de su Generalitat. He visto levitar a Más, junto a un enfadado Oriol al que Artur no le deja gobernar para que no se quede con el scalextric. He visto al ex-ministro de Injusticia comerse un marrón de los de premio, había que oírle decir “no he sido capaz de servir a mi señor y a mi señora en esto de los nasciturus”. Valiente tomadura de pelo la de la Ley de marras. He visto a los candidatos a las elecciones al gobierno canario, llorar por las esquinas porque no se les facilitan las listas de los posibles avalistas en estas cristalinas y maravillosas primarias socialistas ¿Quién y para quién las custodiará? Cosas. Me he acordado del Canto de la Sibila (en catalán, Cant de la Sibil·la) ¡Menuda cantada! Como tema central tiene el juicio final que se emitiría sobre buenos y malos, sobre fieles e infieles. Es lo que nos pone, vencedores y vencidos, y viceversa, y vuelta que dale.