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después del paréntesis >

Ébola – Por Domingo-Luis Hernández

   

No sorprendió a nadie, ni a Europa, ni a EE.UU., ni a Japón, ni a China…, que el primer contagio de ébola fuera de África se produjera en España. Previsible, absolutamente previsible, por lo que somos: gobierno sublime, corrupción instructiva, justicia impalpable, enseñanza selecta, otras materias más de la “marca España” y sanidad en su punto, sobre todo la que atiende a las personas comunes. De donde que una enfermera que cuidó voluntariamente a un afectado por el ébola que nos trajeron del lugar donde el virus ataca con todos sus colmillos padezca la enfermedad es normal. Aducirá el gobierno y sus acompañantes una vileza, que la profesional dicha se distrajo y ante bicho tan minúsculo y peligroso cada descuido sentencia; no que ante un agente patógeno tan amenazador los protocolos no solo deben ser extremos sino implacables.

De manera que… Una persona de riesgo no es controlada, pasa seis días con síntomas, nadie actúa, es ella la que ha de acudir al sanatorio, no se la identifica como tal, ni se la aísla y se la trata como a una paciente de gripe más. En todo país que se precie, los protocolos dichos funcionan, y demuestran la seriedad y la eficacia con la que actúan. Y no tanto por temor al riesgo de la epidemia cuanto porque se trata de personas y la exigencia salva vidas. Dos ciudadanos nuestros fueron repatriados desde la funesta zona del mundo en la que admirablemente salvaban vidas. El padecimiento ya los consumía. Y murieron. Los preparativos no fueron eminentes. Un cuarto de hora de entrenamiento y a trabajar. Hemos de suponer que eso fue lo que le ocurrió a la mujer que ahora se debate entre la vida y la muerte. ¿Es lógico que se demorara la ministra en apostar el rostro en el Parlamento, que se escudara en técnicos o supuestos técnicos cuando compareció ante la prensa, que se redujera el tiempo ante los periodistas o las preguntas? Respuesta: sí; de ese modo ha procedido este gobierno desde que gobierna. Vimos al presidente de EE.UU. dar la cara para calmar a sus ciudadanos por el ébola, lo oímos declarar que ese es un asunto de Estado. Obama es consecuente; la señora Mato no tiene tiempo. Luego, previsible. Solo esperamos que la pobre señora supere el contagio. Eso es lo que nos queda a los ciudadanos honestos y responsables de un país que comienza a afectarnos cada vez más por siniestro.